A medio gas no es suficiente

Fijar los objetivos en papel está bien. Es una fase del proceso que puede ayudar a definir expectativas, a mostrar el destino anhelado y a crear motivación. Pero lo importante viene luego. Porque el papel lo aguanta todo, hasta que llega la realidad y nos lo arruga. Porque primero habrá que ver si estamos preparados para llegar hasta allí, y después si estamos dispuestos a invertir – horas, neuronas, euros – lo necesario para conseguirlo. Aún diría más, habrá que ver incluso si nos “merecemos” estar allí donde nos gustaría estar. Porque no estamos sólos en el mundo, y hay otros que si que se preparan y ponen el trabajo necesario y nos roban la atención de los usuarios. Y en este mundo, no me cansaré de repetirlo, luchamos por la atención. Que además, es finita y voluble.

Lo que está claro es que cuanto más altas sean las expectativas, más alta debería ser la dedicación y la inversión. No podemos querer ser Apple, Coca-Cola o Starbucks y ser una tienda de barrio que vende lo mismo que todas las demás. No podemos querer ser el «líder de la categoría«, pero sin invertir y dedicando 2 horas a la semana a generar contenidos, gestionar la interacción y hacer crecer la comunidad porque “estamos muy ocupados” con otras cosas. No se puede. Directamente. Asúmelo. Si no nos involucramos al 100% en transmitir y conectar, y le dedicamos recursos – tiempo, neuronas y dinero – no esperemos resultados brillantes. Porque, como ya hemos dicho por aquí en muchas ocasiones, lo que no contamos no existe.

Si tu ambición es correr una maratón, has de estar dispuesto a comprometerte a 4 meses de entrenos fuertes. Partiendo de que tengas una base construida. Si no es así, olvídate, porque no lo vas a conseguir en este primer año. E incluso teniendo esa buena base, además has de contar con un plan de entrenamiento, con unas herramientas adecuadas de seguimiento, te has de equipar en función de la época del año y has de tener la suerte de que te respeten las lesiones y enfermedades. Es un cóctel de preparación, compromiso, ejecución y una pizca de suerte.

El mundo de la comunicación digital puede ser muy gratificante, pero también tiene una cara B, una cara oculta, que parece que muchos no quieren ver. Es un mundo muy exigente. Es un mundo que no tiene horarios, que es muy intensivo en dedicación, y que además juega “en su propia contra”, porque cuanto mejor lo haces… más recursos necesitas. Porque generas más repercusión, esta genera más interacción y esta a su vez requiere más gestión. Con lo que creas un bucle perfecto en el que tu propio éxito puede acabar tragándote si no redimensionas adecuadamente.

La pena es que esa cara B, esa cara oculta, sea precisamente eso, oculta. Que no seamos más conscientes de que esas marcas que vemos como espejo en los que nos gustaría reflejarnos, tienen – además de un bueno producto o servicio y una comunidad detrás que hace uso de él y está orgullosa de ello – equipos de primera división detrás de sus perfiles. Que una presencia en twitter o instagram bien gestionada – primera división, hablamos – tiene detrás a 10 personas trabajando. Full time. Que los youtubers que tanto nos gustan… consideran youtube su trabajo a tiempo completo. Y por eso hacen lo que hacen. Porque son profesionales de eso.

No se puede tener a “Juan, el de Administración” o a “Maria, la de Marketing” llevando esto “en sus huecos libres”, igual que no se puede hacer que Juan o María lleven la contabilidad en sus huecos libres. Y tampoco podemos tener a un figura en esto, pero atado de pies y manos porque todo ha de ser supervisado por Dirección.

Por eso mismo también, mucho ojo con quién nos comparamos. Porque nuestros ojos tienden a irse a la parte alta de la pirámide. A la cima. Al top. Y ahí estamos comparándonos con profesionales dedicados. Y si tu presencia digital está gestionada por ese Juan o esa Maria, es una comparación injusta, que además genera mucha frustración. Mete 100 para obtener retornos de 50. Mete 10 y obtendrás 0,5, porque otros están metiendo 100 y no queda hueco para más. Matemática pura, sólo desmentida por la chispa viral inesperada. Que no suele repetirse. Porque, ¿qué fue de la madre chewaka? ¿Y del chaval que cantaba su CV en el metro? ¿Y de Daniel, el chaval que volvía a llevar sus white vans al cole? A mi no me preguntes, porque no he vuelto a saber de ellos. Será que, ellos también, están a otra cosa.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Enhorabuena por tu artículo,me ha gustado mucho.
    La verdad, es que llevo poco tiempo siguiéndote porque llevo poco tiempo en este «mundillo», nunca había hecho nada de esto antes, lo único que hacía es gestionar mis cuentas en las redes sociales típicas y ahora por motivos de la vida he empezado a estudiar un curso de Community Manager.
    Creo que tienes toda la razón del mundo, en este país se economiza todo y muy mucho los puestos de trabajo, yo misma en mi puesto de secretaría terminé llevando la contabilidad de la empresa (casi en mis ratos libres) y ¿qué significa eso? pues que sabes hacer de todo y de nada. Por eso ha y distintas profesiones, no todo el mundo sirve para todo.
    Te seguiré leyendo, porque me gusta lo que dices y como lo dices.

    Saludos y gracias.

    1. Hola Alicia! Gracias por pasar por aquí y gracias por el comentario! Yo creo que en parte es lo que dices – se tiende a economizar en todo – pero creo que también el problema de base es que no damos importancia a lo que no conocemos o hacemos directamente. Seguro que quien te encargó llevar la contabilidad no sabía hacerlo. Por eso no era consciente de su dificultad. Seguro que quien hace gestionar la presencia en redes al Juan o Maria del post no sabe hacerlo por si mismo/a. Por eso no lo valora. En cambio seguro que cree que su trabajo es dificilísimo y fundamental para la empresa. Así de miopes somos…

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