En un mundo regido por datos y algoritmos, tengo la sensación de que nos estamos “igualando”. Las webs cada vez se parecen más entre ellas, las marcas hacen casi todas lo mismo, dicen lo mismo e incluso venden lo mismo, y hasta nosotros, los que andamos por el mundo contando cosas, acabamos publicando el mismo tipo de fotos, posts y videos. “Sabemos” qué funciona – o eso dicen los datos – así que nos ceñimos a ello. ¿Para qué vamos a cambiar y arriesgarnos a no gustar, no?

Seguramente más de uno se va a tirar de los pelos (afortunados vosotros!) al leer esto, pero, no sé si porque soy un romántico, un nostálgico, medio tonto o simplemente un señor mayor (gruñón), estoy empezando a desarrollar una cierta aversión al dato. Quiero reivindicar la empatía, el sentido común, las canas y la intuición. Creo que, como hacemos con muchas cosas, estamos llevando esto del “basarnos en datos» al extremo, y deberíamos recordar que ningún extremo es bueno.

En un mundo en el que cada vez todos nos parecemos más, o al menos nuestra capa exterior cada vez se parece más, quiero creer que lo distinto volverá a ser un valor. Lo humano volverá a ser especial. Y la sorpresa – que espero que nunca llegue a ser parametrizable y programable – dará puntos extra en esta carrera por conquistar corazones, mentes y clicks.

Me gusta MUCHO este enfoque de la gente de Basecamp:

«we’re not a “data-driven organization” in the sense that data dictates decisions. Data is there to clear the head, but ultimately we drive the company with our heart.«

Y es que, en cierto modo, hacer lo que nos dice el dato es “lo fácil”. Al fin y al cabo es seguir la corriente, dejar una cámara grabándolo todo y luego estudiar la repetición de la jugada desde el sofá, aplicar aquello que otros ya han comprobado que funciona y dejarnos llevar, unirnos a la masa y que esta nos proteja.

¿Lo difícil qué es? Definir un camino propio. Vencer el vértigo de dar el paso y saltar, de salir ahí fuera y atreverte a ser distinto. A ser único. A ser especial. Arriesgarte a cagarla, a que se rían de ti, a que no te entiendan o a que te ignoren.

Pero no debemos de olvidar que en un mundo uniformado, quizás esa sea la única forma de destacar, de tener personalidad, de enamorar. Y la vida, en general, va de eso, de ENAMORAR.

Así que, deja de copiar e imitar, y show some soul.

Paz!

L.

PD.- También es cierto que esta gente de Basecamp es bastante especial (son los autores del libro que recomendaba en este POST anterior), y además lo llevan a gala. Así describen su filosofía en una oferta de trabajo para un analista de datos precisamente: “the job isn’t about maximizing revenue or minimizing costs. Yes, we want to make money and we don’t want to be wasteful, but we also want to be kind, considerate, fair, flexible, and calm. You won’t be looking for ways to squeeze the last sour drop out of the lemon at Basecamp.«. Qué gusto, verdad?

Cada lunes vuelco un poco de mi alma en estos pensamientos vagabundos que comparto en forma de POST. Si quieres, nos saltamos los algoritmos y te los envío directos a tu email. Haz click aquí abajo y dime dónde quieres que te lo mande.

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Nos vemos el lunes que viene a las 09:00h!

Más de mi en

Lucas

CBO at CeConBe Marketing Services

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.