es una medida bastante rara. Para unos significa una cosa, y para otros significa otra. Pero, y creo que esto se puede aplicar a la mayoría, a casi todos se nos escapa entre los dedos. La mayoría de las veces dejamos que se nos escape el tiempo, y lo más triste es que perdemos un montón de tiempo lamentándonos de no tener tiempo. Cuántas veces te ha pillado alguien en un pasillo y se ha tirado 15 minutos diciéndote que no tiene tiempo de nada y que no llega….. De hecho, muchas veces es más el tiempo que le dedicamos a decir o a pensar que no tenemos tiempo de hacer «X», que el tiempo que luego le dedicamos a hacerlo. A mi me pasa, por ejemplo, con el gimnasio (estoy más tiempo PENSANDO que tendría que ir, que el que luego realmente estoy allí….) o con el blog. Mucho s dias pienso, «Tengo que escribir sobre esto», e incluso doy forma al post en la cabeza, lo pre-escribo, busco argumentos mentales, lo visualizo…pero al final nunca encuentro el tiempo de escribirlo. Pero luego llega un día que te pones – como hoy – y al final resulta que te cuesta menos escribirlo que lamentarte de no haberlo escrito. Y además es más gratificante.
Apliquémonos el cuento a la vida en general. Dejemos de lamentarnos de no tener tiempo, y creemos nosotros nuestros tiempos. Las obligaciones impuestas no son excusas, porque los únicos que nos las imponemos somos nosotros, aceptando compromisos sociales u obligaciones estúpidas que no van a ningún sitio, o sea que menos quejas y más aprovechar tu tiempo. Y recuerda que cuanto más viejuno te hagas, menos importarán los metros de tu casa, las marcas de tu ropa o el tamaño de los vehículos aparcados en tu garaje. Dedícate a lo importante: familia, amigos, seres queridos y tú mismo. El resto pasa, como las modas.
Y ahora te dejo, que no tengo tiempo…
Paz !
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