Vale que hay crisis. Vale que cada vez cuesta más encontrar clientes. Que donde menos te lo esperas salta la liebre, y que no hay peor oportunidad que la oportunidad perdida. Pero este virus que cada vez se extiende más entre la comunidad profesional empieza a preocuparme.
Me refiero al networking. Esa forma moderna de llamar a lo que viene siendo juntarse con otra gente y conocerles. Y que está degenerando de la misma forma que degenera una noche de copas. Al final el bar acaba lleno de tios con ganas de mambo….y no hay tias a la vista.
Porque cada vez hay más gente afectada de ansiedad tarjetera. Gente que mide su éxito en número de contactos y “fans”. Gente que parece que su único interés es estar en todas las salsas, dejarse ver y entregar su tarjeta, da igual dónde se encuentre, al mayor número posible de personas. Gente que considera a todo el mundo como “prospecto” o “potencial”, y que sigue aplicando las leyes de la estadística que (presupongo) aplica también en sus cacerías sexuales. Si le entro a 100, alguna caerá. Son los máximos exponentes de la “pregunta mamporrera”. Los que te preguntan “y tú a qué te dedicas?” como si les importara, y que en cuanto paras a tomar aire, meten su cuña y te sueltan una chapa hiperestudiada de media hora, normalmente mal construida y argumentada, en la que te explican a lo que se dedican ellos, como si eso fuera realmente interesante.
Y no, amiguitos, no. Esto no funciona así. Al menos no funciona así conmigo, y creo (o al menos espero) no ser TAN raro (o al menos no en esto…). Esta gente olvida lo que yo creo que es uno de los factores fundamentales en este y en todo tipo de relaciones. La generación de confianza. Algo que en los tiempos actuales adquiere, en mi opinión, todavía más importancia. Si tengo que buscar compañero de viaje – y eso es lo que son mis clientes y mis proveedores – lo haré entre gente con la que tenga y que me inspire confianza. Y la confianza desde luego no se consigue taladrándome con tu rollo y comiéndome la oreja a la menor ocasión. No amigo, no. Confianza se consigue poco a poco. Siendo coherente. Siendo natural. Siendo REAL. Y en esto Internet juega en tu contra, my dear friend. Porque le pega fuego a tu plumero. Y si tu plumero arde….es imposible esconderlo…y se ve. Si amigo, si, se te ve el plumero.
Afortunadamente en mi camino “networkiano” (asco de palabro !!) me he encontrado gente súper interesante. Gente con la que ya he podido colaborar, o que ha colaborado conmigo, o con la que espero colaborar en un futuro. Pero esa colaboración ha surgido de forma natural. No forzada. Simplemente su forma de entender la vida y/o los negocios, son parecidos y compatibles con la mía, y ha surgido la ocasión y ha habido chispa. Y ya se sabe, “todo arde si le aplicas la chispa adecuada” que decía Bunbury. Porque en definitiva esto es casi como el amor, que si lo buscas…difícilmente lo encontrarás. Muéstrate como eres, disfruta con lo que haces, ten valor y valores, ten principios, muéstralos sin miedo, se bueno en lo tuyo….y quizás encuentres medias naranjas rodando cerca de tí. Haz lo contrario, obsesiónate, finge, pastelea, aparenta….y te estarás cavando tu propia tumba.
Actualmente cada vez se organizan más actos en todas las ciudades, y en todos ellos se tiene ocasión de conocer gente interesante. Yo mismo estoy metido en la organización de dos de estos actos en Zaragoza, mi ciudad, como son el Sushi & Tweets (que va por la 2ª edición), y el The Monday Reading Club (que echará a rodar en Marzo). Pero además de éstos, la gente de aquí tiene ocasión de verse en los Blogellones, los Twittellones, los Iniciador, Cadius, etc, etc que de hecho son TODOS anteriores a los dos en los que yo participo. Mi recomendación – que ya se que no me has pedido – es que acudas. Pero que acudas porque te apetece ir. Porque te apetece hablar y aprender del tema a tratar o porque te apetece estar con la gente que allí va a estar. Acude con la sana intención de disfrutarlos. De conocer gente nueva. De mostrar interés sincero por ellos y de empezar lo que quizás pueda llegar a acabar siendo, con el tiempo, una buena relación. O no. Porque el trabajo, como el amor, está en el aire…
¡¡¡¡Que razón tienes, rapaz!!!!. La confianza esa gran incomprendida.
En un mundo donde prima la apariencia y la verborrea hueca, donde ha de valer más un traje de Armani dentro de un BMW que un argumento consistente…
Se echan de menos aquellos tiempos en los que aun había tiempo de mirar a los ojos a tu cliente (o tu proveedor) para encontrar esa mirada cómplice, esa chispa que te hermanaba en un proyecto o una campaña.
Hoy en día abundan los gestos amables, los portes impolutos y carísimos adornados con amplias sonrisas tan blancas como falsas. Ademanes pagados de si mismos que destilan el aroma «profesionalidad» por todos los poros, y que se disipa apenas es «olfateado» como una mala esencia.
Muy buena exposición y enhorabuena por el espacio.