Hace unos años salir en la tele o que dijeran algo en la radio era Palabra de Dios. Cualquiera de los dos era razón suficiente para que nuestros abuelos creyeran a pies juntillas cualquier noticia. «Lo he visto en la tele» o «lo han dicho en la radio» sólo podían ser contestados con un amén. Eran otros tiempos. La información no fluía con tanta velocidad como ahora, no había tantos medios (o pseudo medios) publicando como ahora, y a los periodistas se les presuponía la profesionalidad. Ahora, la velocidad amenaza con hacernos perder el paso continuamente, los periodistas – cuando lo son – se deben a los anunciantes de sus medios, twitter y los blogs se han convertido en fuentes fiables de facto, y las teles y muchas radios son medios de ocio más que de información, cuando no directamente vertederos.
Además parece que todos tienen (tenemos) una agenda oculta, y escondemos oscuras intenciones, que son las que definen lo que publicamos y compartimos. El problema, en mi opinión, es que eso es ser excesivamente benevolente con el ser humano al presuponerle esa capacidad de malicia. No recuerdo quién decía algo así como «No creeas que es maldad, cuando es simple estupidez«, y cada vez creo que tenía más razón al decir eso. La prisa por vivir, el afán por destacar, la necesidad de atención y la falta de tiempo de reflexión a la que nos autocondenamos, nos está haciendo perder el sentido crítico, y ahora todo son crisis, grandes noticias, exclusivas (que como mucho son primicias…) y ENORMES meteduras de pata.
Lo estamos viendo continuamente. Tweets que son retuiteados sin siquiera abrir el enlace (¿para qué? ¿para «fardar» de que leemos fuentes cool?), bulos que cuelan como noticias (ejemplos a porrones últimamente, desde los montajes del huracán Sandy con tiburones, focas o incluso dinosaurios, al «escándalo» – que no lo es – de las imágenes de Deusto, o Julio Anguita tragándose un artículo manipulado y citándolo como fuente en un programa de la tele…), o directamente mentiras lanzadas con toda la retranca del mundo, y que acaban apareciendo en las noticias de los grandes medios, o algunos bulos con bastante más mala leche, que son tragadas por los fans más tontos del mundo.
Con razón las marcas tienen miedo. Es normal. El nivel de exposición a las manipulaciones a las que una marca «golosa» está sometida es cada vez mayor, y eso, a una marca que lleva años trabajando y cuidando su imágen, ha de darle, cuando menos, reparo. Todos sabemos lo mucho que cuesta construir, y lo poco que cuesta destruir. Por eso es muy, muy importante desarrollar un ojo crítico en estos tiempos. Estar presente en los medios donde ocurren las conversaciones. Monitorizar. Escuchar. Identificar a los que hablan de nosotros. Valorar dichas conversaciones. Estar preparados y presentes. Pero sobre todo aplicar la máxima que ya cantaban hace años Violadores del Verso cuando decían eso de «De lo que ves creéte la mitad, de lo que no ves no te creas nada«. Hay que ser conscientes de que no toda crítica es una crisis. Que tus clientes puede que tengan razón en lo que dicen. Que no todo ha de ser respondido. Que en ocasiones el silencio (informado y vigilante) es la mejor respuesta, o que incluso ha de ser la comunidad quien hable en tu nombre y no tú. Que el (buen) histórico es tu mayor respaldo, y que las cagadas tienen velcro y se quedarán pegadas a tu reputación durante mucho tiempo.
Ahora más que nunca es el momento de trabajar bien. De agachar la cabeza, apartar el ego, apretar los dientes y «tirar p’alante«. Con un buen plan que nos marque el camino. De preocuparnos de ser buenos. De hacer las cosas bien. De asumir que eso seguro que hay gente a la que no le gusta y que hablará mal. De preocuparnos, más que de ser los primeros, de ser los mejores. Para que si surge un problema por un bulo, esté meridianamente claro que eso no es posible, que tu marca no hace esas cosas, y que el único que quede mal sea quien lanza o difunde esas historias. Ese será tu mejor seguro de vida. Lo demás, es tan inútil como tratar de vaciar el mar.
Y si con todo y con eso, algo sale mal, silba…
Paz !
Buena reflexión. Oportuna y necesaria. Hay muchas prisas, mucho ego y también mucha necesidad de negocio. El mundo entero está en la web y el bosque no nos deja ver los árboles. No nos queda otra que respirar hondo, ser humildes para aprender y darle al bolo.
Muy bueno el post, y mejor aún el final apoteósico, aunque a este ritmo nos quedaremos sin saliva de tanto silbar
Totalmente de acuerdo contigo. Es una realidad que los bulos corren como la pólvora pero no deja de sorprenderme. En el pasado, cuando era tan difícil comprobar la información, hasta era justificable fiarte del criterio ajeno pero actualmente si tienes Internet para propagar rumores, tienes Internet para verificarlos o, al menos, para ver cuánto sentido tienen.
Nosotros, los que estamos más metidos «en» Internet puede que lo tengamos claro. El problema está en quienes todavía ven internet como algo lejano, que pueden dar por buenos lo que no son más que bulos interesados, e incluso colaborar en su difusión. Para mi ese y no otro es el problema…