El flautista ya no es la marca

En varias presentaciones he utilizado últimamente la imágen del Flautista de Hamelin como metáfora de la nueva comunicación. Es una imágen potente que diría representa bien los sueños húmedos de los que gestionan marcas hoy en día. Esos sueños en los que se ven entonando las palabras mágicas, tocando la melodía adecuada, esa que hace que hordas de consumidores salgan de sus casas y les sigan hipnotizados hasta el punto de venta. Y donde digo flauta, puedes leer Facebook, Twitter o Instagram, que son las «nuevas flautas«, en este caso supermineralizadas y supervitaminadas, capaces de torcer voluntades y provocar compras impulsivas. En sus sueños…

Se empeñan en hacer callar al personal, en imponer silencio cuando ellos van a tocar esta nueva flauta (de oído en muchas ocasiones), igual que hacían cuando tocaban la anterior, y no se dan cuenta que esto ya no es un concierto. Es una jam session. La música no deja de sonar – de hecho suena más – pero suena distinta.

El número de impactos a los que estamos sometidos diariamente no deja de crecer, y una gran mayoría de ellos son impactos de marca. La manzana del ordenador que vemos en la oficina, el logo en la sudadera de esa chica que nos quedamos mirando en la calle, los cascos que lleva ese otro chico, la lata que bebe o el perfume que usa. Y en ninguna de esas interacciones marca-usuario ha participado activamente la marca. Y precisamente, ESA es la clave. Eso es lo que los gestores de marcas y empresas deben comprender y es en lo que, en mi opinión, se deben enfocar. En construir marcas que A LOS USUARIOS les aporten algo, e intentar conseguir que esa marca se integre de forma natural en su comunicación. En la de sus usuarios, no en la suya propia. Intentar que sea comunicación entre iguales, no entre marca-usuario, porque es ahí donde nace la confianza.

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La labor de la marca es la de ofrecer toda la información posible sobre ella misma y su producto/servicio. Ponerla a disposición de sus usuarios. Explicitar su propuesta de valor y hacerla «vivible«. Que sea obvia, aparente y consistente en cada interacción con sus clientes. Si quiere, puede incluso adornarse con elementos que la conviertan en aspiracional. Puede escribir, incluso, la partitura de la canción, pero no imponerla. Porque como intérpretes, en muchas ocasiones, no tienen credibilidad. La labor de la marca no es tanto el tocar la música, como el hacer que la ocasión merezca que suene. Y de esa forma conseguir que inunde todos los rincones…

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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