La familiaridad como beneficio del uso de las redes

Desde el viernes pasado estoy en Nueva York. Lo primero que hicimos, nada más llegar a la ciudad y dejar las maletas en el apartamento (AirBnb, por cierto y fenomenal), fue acercarnos a Times Square. La sensación fue la misma que la primera vez que la pisé hace ya sus buenos 15 años. Yo ya he estado antes aquí. En la plaza, en las calles, en los taxis, en sus edificios… en la ciudad, en definitiva. New York ha salido – y sigue saliendo – en tantos medios de consumo de masas (películas, series, programas de TV, revistas, video-clips, prensa…) que nos parece que ya hemos estado antes en todos y cada uno de sus rincones. Raro es el lugar que no te trae un recuerdo, que no te suena de haberlo visto en algún sitio antes y al que incluso en ocasiones puedes ponerle banda sonora. La consecuencia de todo esto es una familiaridad brutal con la ciudad.

Ese efecto hace que te muevas por la ciudad con mucha más soltura, que quieras visitarla, descubrirla, disfrutarla. Eso mismo es lo que deberías potenciar de tu marca, especialmente si tienes un establecimiento físico. Intenta que sea un lugar de encuentro, un lugar de experiencias positivas, un sitio donde ocurren cosas que asociamos a nuestros amigos. Obsesiónate en que tus clientes vivan algo tan bueno que sean ellos los que lo quieran gritar al mundo. Tu muro no es importante, el importante es el suyo. Tu meta no es cumplir el calendario de publicaciones de tu excel, tu meta es conseguir que ellos no puedan evitar decir que están ahí, contigo. La única forma de conseguirlo es haciendo que estar ahí les haga molar a ellos. No hay otra. Y  no parando de hacer cosas. Continuamente. Y ponerles muy muy fácil el que compartan la experiencia.

Si se hace bien, con el tiempo, a base de este tipo de acciones, conseguiremos que nuestra marca, nuestro establecimiento, sea un lugar familiar, cercano, donde «hay que ir«, aspiracional incluso. A base de repeticiones, a base de que la gente vea a sus amigos disfrutando, o a amigos de sus amigos. Esa es la cadena famosa del know-like-trust. Porque, desengáñate, no se trata de que lo cuentes tú. Se trata de que lo cuenten otros.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Una vez más acertado, muy acertado tu planteamiento, y es que hay sitios que nos «hacen sentir como en casa» aunque estemos en una ciudad que todavía no hemos explorado, a esto alguna vez me he referido como «la familiaridad de los lugares comunes», y no cabe duda de que NY está lleno de rincones que te hacen sentir como si hubieses vuelto de nuevo a la ciudad, aunque haga 15 años que no la pisas…

    Todo un reto para las marcas hacer que nosotros, los clientes, nos sintamos como en casa y compartamos la experiencia con nuestros allegados, no cabe duda que esa es «la mejor publicidad» que pueden hacer, ahora bien, hay que saber hacerla, y para eso hay que dejarse aconsejar por los profesionales adecuados 😉

  2. Esa sin duda es la clave, Roberto, pero la gran dificultad es asumir esa «falta de control» que supone llevar la conversación fuera de «nuestro sitio», y aceptar que lo bueno es que se nos mencione en conversaciones de forma natural, aunque nosotros no participemos de ellas.

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