Mucho hablamos del «daño» que los algoritmos están causando a la presencia de las marcas en las redes sociales limitando su alcance, pero ¿alguien se plantea el «daño» que causan en los usuarios? Si, entrecomillo ambos «daños«, porque realmente es una manera bastante perversa de denominar sus efectos, como si nos estuvieran usurpando algo a lo que tuviéramos derecho – marcas y usuarios – cuando en realidad no lo es.
Lo que ocurre es que nos hemos vuelto vagos. Ambos. Las marcas pretenden que con una acción relativamente simple y pseudogratuita – publicar – su mensaje llegue a cientos (o cientos de miles) de usuarios. Las personas creemos que si alguien por quien hemos mostrado interés en una determinada red social – como si dar un «me gusta» fuera mostrar interés en estos tiempos… – deberíamos recibir (gratuitamente, claro) todo lo que publica en dicha plataforma, buffet libre – all you can eat – style.
Y no, ni en un caso ni en otro ese pensamiento es correcto. O al menos yo no lo veo correcto. Las marcas deben ganarse el derecho de formar parte de los contenidos a los que los usuarios tienen acceso, las plataformas tienen todo el derecho a filtrar lo que nos muestran según sus propios intereses, y los usuarios deberíamos ser algo más proactivos a la hora de consumirlos. Pero, igual que decía en el post anterior, una vez más delegamos ese esfuerzo en las máquinas. Y luego vienen las quejas.
Las marcas – las agencias – poniendo más esfuerzo en intentar ser más listas que los algoritmos («We don’t market to people anymore. We market to algorithms” decía Kodi Foster, senior VP of data strategy de Viacom en el PSFK CXI 2018 en New York hace unos meses), y los usuarios consumiendo sin filtros todo lo que los algoritmos nos ponen en el plato, viviendo en un estado permanente de miopía digital, ya que solo vemos aquello que está alineado con nuestras acciones anteriores, que son las que alimentan al algoritmo, sin darnos cuenta de que eso limita nuestra forma de ver y entender el mundo, y por lo tanto también nuestras acciones futuras.
Yo recuerdo – de hecho sigo usando, ya me disculpareis este momento abuelo cebolleta – cuando la norma era usar feeds RSS y un lector de feeds (Feedly y ApplePodcast/Overcast, en mi caso), para consumir los contenidos que nos interesaban. Y funciona, al menos con los de blogs y podcasts. Pero claro, eso implica un mínimo esfuerzo por mi parte, ya que tengo que bichear por mi cuenta para descubrir nuevas fuentes, curiosear su contenido, decidir si realmente me interesa o es flor de un post, y en caso afirmativo agregar su feed (el de este blog es https://calvoconbarba.com/feed/ por si alguien se lo preguntaba) y categorizarlo. A partir de ahí la relación ya es directa, sin intermediarios ni algoritmos que «piensen» por mí.
Porque realmente los algoritmos no piensan por nosotros, piensan por su creador. Todos los algoritmos han sido programados por alguien, y ese programador tiene su propia agenda, que no tiene por qué coincidir necesariamente con la tuya. Valgan para ilustrarlo dos ejemplos recientes:
1.- Firefox se carga los feeds RSS/Atom (algo que ya hicieron hace tiempo Apple, Google, Twitter…) amparándose en su bajo uso (del hecho de que si todos usáramos lectores RSS no habría muchos datos que recoger no dicen nada…)
2.- Facebook reconoce – después de haberlo negado al principio – que la información que recoja a través de Portal (su versión de altavoz activado por voz – para intentar competir con los de Amazon, Google o Apple – que incluye videoconferencia via messenger) podría ser utilizada para lanzarnos anuncios segmentados en facebook (o en otras de sus plataformas)
¿Lo vas pillando? Cambios orientados en su propio beneficio, vestidos de ventajas para el usuario, para que entren mejor.
Así que mueve el culo, piensa por ti mismo, y toma el control del contenido que consumes. No cedas esa responsabilidad a la máquina de otros. Es tu mejor manera de demostrarle a sus autores – usuarios y marcas – que te importa, que te gusta y que te aporta. Y si encima, una vez consumido, lo compartes, miel sobre hojuelas. No hay mejor propina. Y de rebote, hasta tus amigüitos lo agradecerán porque descubrirán un blog, una marca o a un usuario que quizás no conocían. Si el algoritmo les muestra tu publicación, claro. Que igual él sabe algo que tú no. Que no les importas a tus amigos tanto como te creías…
Paz!
L.
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Somos pocos los que tiramos de rss para llegar a nuestras fuentes. Muy pocos. Hemos sido siempre tan pocos que hasta Google nos dio de lado y cerró Google Reader.
Bastante hay ya escrito de lo sorprendente de este fenómeno.
De los pocos que fuimos quedamos aun menos. Y menos quedarán en el futuro, porque la época dorada en la que en las webs era un icono de modernidad el simbolito naranja del que pocos sabíamos el significado, esa época de la edad media digital, pasó, y ahora encontrarlo es poco menos que una misión imposible, así que, o decides quedarte con las fuentes de siempre, o renovarse te fuerza a dejar tu Feedly de lado.
Triste pero lamentablemente real.
Pero que sea triste y real no quiere decir que deba seguir siendo asi, no? O al menos, no quiere decir que, dentro de mi pequeña burbuja de auto consumo, yo decida que siga siendo así. Que los usuarios se hayan vuelto (nos hayamos vuelto) tan extremadamente vagos o que seamos tan poco conscientes de lo que realmente ocurre tras las pantallas tampoco me parece excusa, así que, lo dicho, yo intentaré seguir dedicando un poquito de mi cada vez más escaso tiempo a descubrir cosas, o al menos a seguir saltando de enlace en enlace para dejarme sorprender. 😉
¡Sin duda! Desde que descubrí Bloglines en la prehistoria digital no he dejado de usar agregadores RSS como principal fuente de información. Pero lo que noto es que cada vez es más complicado incorporar nuevas fuentes porque los RSS ya no están disponibles.
Mucho pides Lucas. Los usuarios se han acostumbrado tanto a que los algoritmos hagan el trabajo por ellos, que la acción de «voy a visitar por mi cuenta páginas o perfiles que me interesen» ya es algo utópico. Salir de su burbuja algorítmica implica un esfuerzo que no están dispuestos a hacer.
Aparte deberían pues los algoritmos son extremadamente generosos: como un día te guste un gatito te consideran amante de los gatos forever and ever. Dando clase de marketing online la semana pasada les mostré a los alumnos la parte de la configuración de Facebook de ‘Tus preferencias de anuncios’. FLIPARON. Ahí está todo: tus intereses (más bien los que el algoritmo cree que tienes), los anunciantes con los que interactuaste, visitaste, usaste su app, tus click en anuncios… Pues bien, no se acordaban de bastantes de sus interacciones. ¿Que yo he hecho click ahí?, ¿que yo soy fan de esta página?, ¿que un interés mío son los Bienes raíces?. Pues sí. Eres responsable de los clicks que haces y casi nadie se da cuenta de ello. Y es que hacer click es tan fácil…
Y viva Feedly y la madre que la parió. Qué sería yo sin esa plataforma donde tengo mi dosis de información «algoritmos-free». Entre otra tu blog 😉
Un saludo.
Muy cierto. Con razón se dice que facebook, google y compañía nos conocen mejor que nosotros mismos, porque ellos si que recogen nuestro inputs sin filtros, y en cambio nosotros borramos aquellos que «nos avergüenzan» o que creemos que «no nos representan».
Y viva Feedly! 😉