Estamos vendidos. Tenemos que reaccionar.

No tenemos ni idea – y me incluyo – de la cantidad de datos que vamos dejando tras nosotros día a día, y la cantidad de cosas que estos dicen de nosotros.

Somos los que vemos, lo que comentamos, lo que gusteamos y lo que compartimos. La suma de todo aquello a lo que dedicamos tiempo. Y lo somos sin ser conscientes de serlo en muchas ocasiones. Si algo es gratis, es que el producto eres tú. Y así es nuestra vida actual. Digital, indexada, vivida dentro de «productos gratuitos«, y acelerada.

Si ahora alguien nos pusiera delante toda la información que vamos regalando de nosotros – nuestros gustos, aficiones, amistades, vicios, ubicaciones, compras, hábitos, recorridos diarios, velocidad de conducción, comentarios… – puede que nos hiciera sentir hasta incómodos de «la foto» que hace de nosotros, de ser conscientes de lo transparentes y agrupables en segmentos que somos.

No recuerdo dónde leí algo así como que (cójase con pinzas el dato, que no encuentro la fuente) los algoritmos de facebook, con 50 likes, son capaces de conocernos mejor que nosotros mismos y anticipar nuestras siguientes decisiones, y con algo menos de 130 nos conocen mejor que nuestras propias madres. Pueda que el número no sea correcto y sea mayor, pero en cualquier caso, debería hacernos pensar.

Algunos ya lo están haciendo, aunque en direcciones divergentes. Por un lado, grandes tecnólogos y pensadores, como Tim Berners-Lee, el creador de internet, frustrado con la evolución vivida en los últimos tiempos, totalmente contraria a los principios con los que se creó la World Wide Web, intentando hacernos reaccionar y lanzando un nuevo proyecto que busca descentralizar el poder, y permitir a los usuarios recuperar el control de sus datos. Y por otro lado marcas y empresas egoístas que entienden el Marketing como una lucha por colocar su producto al mayor número posible de personas, independientemente de que lo necesiten o no, les solucione un problema o no, simplemente con la ambición de crecer, crecer y crecer sin límite.

Y en la cima de todo esto nuestros políticos, que siguen demostrando que en este país son de la peor calaña posible, independientemente de colores y siglas. Egoístas, aprovechados y manipuladores, que piensan que están por encima del bien y del mal, capaces de legislar en su propio beneficio de manera vergonzante. El último ejemplo es la aprobación de la nueva LOPD – totalmente contraria al reglamento europeo, el famoso GRPD, e incluso a la Constitución Española -, y especialmente su artículo 85bis, que da carta blanca a los políticos (y solo a ellos!!) a recopilar datos personales, rastrear redes sociales y webs y crear perfiles IDEOLÓGICOS de los ciudadanos, y enviar (sin necesidad de consentimiento previo por parte del ciudadano, ojo!) publicidad por cualquier medio. Así que prepárate a recibir llamadas, emails y hasta WhatsApps de políticos necesitados de votos, regalándote los oídos justo con eso que saben que quieres escuchar. Y MUY POCO se ha hablado de esto en los medios.

El paisaje no resulta halagüeño. Afortunadamente comienzan a surgir voces críticas con la dirección que está tomando todo esto. Desde profesionales de Marketing reivindicando otro tipo de Marketing Honesto, hasta fundaciones que promulgan un cambio en los usos y costumbres que hacemos de la tecnología. Pero la última palabra es nuestra. Utilizando las posibilidades que nos ofrece la tecnología para el bien. Para dar visibilidad a buenas prácticas, para compartir conocimientos, para mejorar la sociedad. Siendo conscientes de lo que hacemos, cómo lo hacemos y las consecuencias y huellas que dejamos. Denunciando aquellos comportamientos que son objetivamente reprendibles y teniendo (y aplicando!) criterio propio a todo lo que hacemos.

Porque somos lo que vemos, lo que comentamos, lo que gusteamos y lo que compartimos. La suma de todo aquello a lo que dedicamos tiempo. La media de las 5 personas, 5 webs y 5 marcas con las que más interactuamos.

Seamos buenos.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. No puedo estar más de acuerdo con todo.
    Solo quiero añadir, si se me permite, un pequeño aspecto. No solo somos “lo que vemos, lo que comentamos, lo que gusteamos y lo que compartimos” sino que también somos lo que dicen los demás de nosotros.

    1. Hola Carlos, por supuesto que se permite el comentario, incluso se incentiva! Y en cuanto a lo que dices, sí y no. Me explico. Yo suelo utilizar también esa definición en mis charlas cuando hablo de marcas (Una marca es lo que los usuarios dicen de ella), pero creo que no necesariamente se aplica a las personas. A pocas personas les verás decir en público que consumen pornografía, o que circulan a 180km/h en carreteras secundarias. Pero los datos – SUS datos – te lo pueden decir. Su historial de navegación web, y su perfil de Waze (o el de google, que al fin y al cabo es lo mismo) lo podrán confirmar, independientemente de que, a ojos de los demás, y por lo tanto «a definición de los demás», él o ella no sean «uno de esos que ven porno y van con el coche como locos». En ese sentido los datos son más sinceros y fiables que las opiniones ajenas. Y por supuesto más veraces que la careta con la que nos presentamos todos en sociedad.

  2. Gracias por compartir.
    Conocía lo de la recopilación de datos por los partidos políticos. Que no se le dè bombo y casi nadie lo sepa, ayuda a que pasen este tipo de cosas.
    No hay tiempo a informarse bien. Discernir la buena información de la información basura nos llevaría todo el día,todos los días.
    El sueño de que internet nos llevaría a que el poder fuese más democrático y por lo tanto a tener mas poder en manos del ciudadano, se está convirtiendo en una pesadilla.
    No quiero ni ver Black mirror ni leer nada de Orwell. No me quiero deprimir mas.

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