Parece que el cambio de tendencia que se venía intuyendo va tomando fuerza. Los tiempos del alcance masivo a cambio de regalar nuestros contenidos a las plataformas empieza a tener los días contados. Quizás el retorno no es el que muchos esperaban. Las normas del juego están cambiando, y la actitud de los jugadores implicados también.
El alcance ya no es gratuito, ahora si quieres llegar, tienes que pagar (o ser realmente bueno y especial, algo al alcance de MUY pocos). Las marcas están sobrepasadas por el número de canales en los que “tendrían que estar”, los usuarios están saturados de contenido y las plataformas hacen malabarismos con los algoritmos, intentando contentar (exteriormente) a todos, aunque al final los verdaderos beneficiados son ellos mismos.
La consecuencia es que, de entrada, no todos los canales funcionan. Google + ya es historia, Facebook Watch no acaba de arrancar del todo, Snapchat se deshincha, Pinterest no acaba de encontrar su hueco… y las marcas empiezan (deberían) a racionalizar su presencia.
Hace tiempo lo venimos diciendo algunos. No se trata de estar en todas, se trata de estar en las adecuadas, y allá donde estés, estar bien. Poco a poco va calando. Ejemplos recientes tenemos unos cuantos. SocialMediaExaminer cierra su canal en FB Watch y se centra en youtube, Social vs Noise deja médium y se centra en su blog, y Lush UK anuncia que cierra todos los canales sociales de la marca (¿será una acción de PR?) y redirige a los usuarios a su newsletter y su web
El propio Marck Zuckerberg reconocía recientemente que «private messaging, ephemeral stories, and small groups are by far the fastest growing areas of online communication”. ¿Quiere esto decir que las redes sociales tienen los días contados? Ni mucho menos! Quiere decir que evolucionan. Es simplemente un paso más en la evolución de una forma de comunicar cambiante por naturaleza. Ya no es cuanto más mejor. Empieza a ser, por fin, cuanto mejor, mejor. Y con quien yo quiera, añadiría.
Al final, los humanos queremos sentirnos especiales. Y esto, en comunidades inmensas, es complicado. El mensaje queda enterrado en la avalancha. El nivel de ruido las hace inmanejables. Su propia dimensión hace que los usuarios nos sintamos prescindibles. Y acaban monopolizadas por haters y trolls o convertidas en impúdicas sesiones de masajes de ego a la mano que mece la cuna, lo que pervierte su utilidad y anula su credibilidad.
¿Y hacia dónde nos movemos ahora? Ojalá lo supiera con certeza! Aunque creo – espero – que volveremos a valorar los sitios propios. Las webs, las comunidades, los blogs, los podcast. Aquellos lugares en los que controlamos la experiencia de usuario. En los que quien entra, aunque sean menos, está centrado en lo que queremos hacerle vivir/sentir/pensar. Porque viene a nosotros, no se nos encuentra en “su muro”. Javier Cañada lo resumía bien hace unas semanas en un tweet, que luego ampliaba en un post en su blog. Me quedo con esta frase:
Los grandes agregadores no crean, sólo comercian. En el proceso, se han adueñado de tu contenido, de tu forma de presentarlo y hasta de tu posicionamiento. Controlan tu identidad en internet.
Y precisamente nuestra identidad es lo que deberíamos preservar por encima de todo. Porque deberíamos tener una, propia y diferenciada, si no queremos mimetizarnos con la masa. Y mimetizarnos es lo peor que nos podría pasar. Necesitamos ser reconocibles. Al menos para nuestra tribu, para nuestro círculo. Y olvidarnos del resto. Que aunque los números gordos queden bien en los informes, muchas veces no son más que lastre mentiroso. Y ligero, se vuela más alto.
Bienvenido a tu casa.
Gracias por venir.
Pasa.
Paz!
L.
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