Esta semana se ha vuelto a viralizar la app que, aplicando un filtro a una foto, nos muestra qué aspecto tendremos de mayores. Digo se ha vuelto a viralizar porque la aplicación no es nueva – creo que era de 2016 – pero de repente todo el mundo se ha vuelto loco compartiendo su cara arrugada y canosa.
Más allá de las implicaciones que tiene eso de andar «regalando» datos biométricos, dando acceso a apps (con políticas de privacidad cuando menos dudosas) a nuestro carrete de fotos, y aceptando cookies y permisos a lo loco – algo de lo que ya se ha hablado suficiente, yo incluido – hay una cosa que ha quedado meridianamente clara: Si haces algo divertido que haga molar a los usuarios, estos se vuelven locos, olvidan todas las normas de prudencia digital y se lanzan a publicar sobre el tema en sus redes sociales. Y cuantos más lo hacen, más se animan a unirse al rebaño.
Asi que, dejémonos de llorar porque no hablan de nosotros, pensemos qué podemos hacer para ponérselo fácil y provoquémosles. Creemos la excusa, el decorado y la historia. Y démosle difusión. A partir de ahí, si lo hemos hecho bien, serán los usuarios los que se encargarán de difundir el mensaje. Y cuantos más lo hagan, más lo seguirán haciendo, porque pasará a ser un ritual. La foto que, sí o sí, hay que hacerse.
Como ejemplo podríamos hablar del corazón de Cerler, la estación de esquí del Pirineo Aragonés, que ha servido para contar que #CerlerEnamora los 12 meses del año, o las ya clásicas letras de I AMSTERDAM, copiadas o versionadas ya en muchas ciudades (Vitoria o Salou dos de ellas, por nombrar alguna en España).
No olvides que, quizás, si no hablan de ti…la culpa es tuya. Igual es que no les estás dando nada de lo que hablar… que les haga molar!
Ya tienes deberes.
Paz!
L.
Comentarios
¿Algo que decir? ¡No te cortes, únete a la conversación!