De lo que ves, créete la mitad.

Si hay algo que puede acabar de dinamitar del todo el mundo de las redes sociales, es la falsedad. No tengo el dato concreto, específico, científico, basado en entrevistas con usuarios del por qué nos damos de alta en las redes, pero me atrevo a suponer que (1) estar en contacto con los nuestros y (2) con aquellos a quienes admiramos o nos interesan, estarían altos en el ranking de razones.

Y si bien la primera parte – estar en contacto con nuestro primer nivel de relaciones – diría que no sufre peligro, es esa otra versión más «expansiva«, la de descubrimiento de perfiles interesantes – entre los que se incluyen los de marcas y personas «relevantes«, que es la que como profesionales de la comunicación nos interesa -, es cada vez más pantanosa, contaminada por la falsedad, el postureo y directamente la mentira.

Porque parece que en esta carrera desenfrenada del parecer más de lo que se es, todo vale. No es suficiente ser uno mismo, hay que aparentar siempre más. Más amigos, más seguidores, más admiradores, más viajes, más relaciones, más éxitos. Y estamos llevando esto a unos niveles absurdos. Según Hype Auditor, más del 20% de los influencers españoles compran seguidores, y casi el 30% compran comentarios. Los partidos políticos crean cuentas falsas para simular interacción o para azuzar al enemigo (esta misma semana twitter cerraba 259 cuentas relacionadas con el PP y lo anunciaba en su blog a nivel mundial, y facebook se unía a la fiesta y les cerraba otras 65 cuentas en FB y 35 en IG, anunciándolo también en su newsroom) y los aspirantes a influencers (puagh!) se unen en grupitos de whatsapp para avisarse de que han publicado y así comentarse y darse me gusta entre ellos para APARENTAR tener interacción (los lamentablemente famosos pods).

Y espera, porque esto no ha hecho más que comenzar, estamos a punto de entrar al siguiente nivel.

Si ya el tema de la compra de seguidores e interacción y las fake news es vomitivo (y muy rentable, que solo en ingresos publicitarios, y alimentados por tus clicks, es ya una INDUSTRIA que mueve más de 212 millones de €/año, que se haya podido rastrear), si nos debería preocupar la proliferación de perfiles falsos, con foto de perfil de personas que no existen, creadas por ordenador mediante inteligencia artificial y con una apariencia perfecta, que en su versión «inofensiva» se convierten en influencers de IG con más de 125k seguidores, pero que también se usan para crear perfiles falsos en redes desde los que lanzar mensajes «provocadores« para así «perfilarnos» en base a nuestras reacciones y crear públicos a los que luego lanzar publicidad segmentada, preparémonos porque de aquí a nada nos van a inundar con deep fakes. Videos falsos, creados mediante inteligencia artificial, en el que «colocan» la cara de alguien en el cuerpo de otra persona, haciéndonos creer que es ella quien habla.

Una vez más, los ejemplos «inofensivos» son alucinantes,

aunque también bastante perturbadores, especialmente cuando ves que son capaces de hacer que la cara cambie casi sin darnos cuenta, mientras va hablando el protagonista del video, cuando descubres que son capaces de cambiar incluso la voz, y hasta generar deep fakes de cuerpo entero, no solo de la cara. ¿Serán el mundo de la moda y el del cine los siguientes en enfrentarse al ya clásico «los robots nos van a quitar el trabajo«?

Las implicaciones – para el bien y para el mal – que tiene todo esto, y el riesgo reputacional al que nos expone a cualquiera son evidentes. Desde protagonizar películas porno, o de cualquier otro género sin haber pisado nunca el set de rodaje hasta cualquier otra maldad que puedas imaginar.

Yo creo que esto no hay quien lo pare. Es demasiado tentador como para que se pare solo, y aunque ya hay apps que detectan deep fakes, eso acabará provocando el efecto contrario, deep fakes cada vez más perfectos, en una paradoja tecnológica en la que las apps de deep fakes aprenderán de las apps de detección de deep fakes para ser cada vez más indetectables. Y esto puede ser realidad dentro de menos de 1 año, según algunos expertos.

¿Y qué hacemos ahora con todo esto?

Yo creo que deberíamos asumir que luchar contra ello es perder el tiempo, como dijo Scarlett Johansson – «protagonista» de varios deep fakes porno hace un tiempo, por cierto -, y que ya es demasiado tarde para reaccionar. Ya hay demasiadas fotos tuyas a dos clicks de distancia de cualquiera, etiquetadas por tus amigos, por el algoritmo, subidas por ti mismo en tus propios perfiles, o tomadas por cámaras de seguridad, incluso en colegios, y quién sabe si también disponibles en internet.

Pero esto no quiere decir que no podamos hacer nada, más bien al contrario.

Diría que esta amenaza potencial hace aún más importante la creación de canales propios y la construcción de marcas sólidas. Que nuestra reputación sea la que haga dudar a quien recibe un impacto negativo de nosotros, en el formato que sea, hasta el punto de que el intento de ataque se vuelva contra el emisor. Que estemos accesibles de manera rápida, fácil y cómoda para que quien quiera verificar si eso es cierto o no, pueda llegar hasta nosotros sin problema. Que tengamos un lugar desde el que poder defendernos, sin depender de algoritmos, hasta que podamos acabar coreando, junto a nuestra gente, como cuando éramos niños, el famoso «rebota, rebota y en tu culo explota«.

Y sobre todo, recuerda esa frase mítica que rapeaban hace años DobleV – «de lo que ves, créete la mitad, de lo que no ves, no te creas nada» -, y piénsatelo 2 veces antes de dar credibilidad a algo que huele mal. No le hagas el caldo gordo a los malos, no lo redifundas, y ante la duda, acude a la fuente original o al que no te cuadra que salga mal «en la foto«.

Stop haters, stop fakers.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Siempre muy interesantes tus reflexiones!
    Añado otro peligro, nuestra falta de criterio o reflexión ante cualquier publicación. Si nos interesa, o va acorde con lo que esperamos o queremos ver nos lo creemos sin más.
    Las fake news se caerían por su propio peso si dedicaremos un minuto a corroborarlas antes de compartirlas, pero no tenemos tiempo para eso.

    1. Se aprovechan precisamente de eso, David. Si te fijas, todo ese tipo de «noticias» lo que buscan es provocarnos e indignarnos, porque de esa manera consiguen muchísimos más alcance gratuito, ya que muchas personas lo compartirán en sus redes, aunque sea para criticarles, y eso generará mucho tráfico, que ellos convertirán en dinero en base a los anuncios que tienen puestos en sus páginas. De hecho, en las últimas campañas electorales ya se detectaron anuncios puestos por algunos partidos políticos segmentados para que los vieran sus enemigos, provocando con eso su reacción, que les daba más alcance orgánico que una campaña de pago a sus usuarios más afines.

      El mundo al revés, David. El mundo al revés…

  2. Admirable tu postura y aún más tus aseveraciones. Siempre es un placer leerte.
    -Gustavo Woltmann.

  3. «de lo que ves, créete la mitad, de lo que no ves, no te creas nada» -, y piénsatelo 2 veces antes de dar credibilidad a algo que huele mal». Totalmente cierto, hoy en día, no podemos asumir fácilmente como verdadero algún hecho en las redes sociales sin tener suficientes pruebas veraces.

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