Si Internet y las Redes Sociales están de capa caída, con el alcance y la interacción por los suelos es, en gran parte, culpa nuestra, no nos escondamos. Porque somos demasiados vomitando ahí nuestras cosas, sin filtro ninguno, sin demasiado criterio más allá de intentar «contrarrestar» a los algoritmos y sacar la cabeza por encima de la riada que se nos lleva y nos ahoga. Desesperados, pateando furiosos bajo el agua y moviendo los brazos, intentando llamar la atención de los pobres bañistas, que habían venido a esta playa a descansar y pasar un buen rato con sus cosas.
Hemos apostado todas nuestras cartas a las redes, a internet, deslumbrados por su promesa inicial de alcance infinito y gratuito, sin darnos cuenta de que «las redes» e «internet» no son nada más que servicios ofrecidos por empresas que tienen sus propios objetivos y que, cual camellos a la puerta del garito de moda, te ofrecen la primera gratis para que pruebas, pero que cuando te tienen enganchado te confirman que las siguientes son de pago.
Y en todo este proceso hemos perdido de vista a esos a los que queríamos llegar – ¡menuda paradoja! -, y nos cegamos en la lucha con los algoritmos, como si viviéramos en un videojuego en el que el objetivo fuera pasar pantallas y matar zombies en lugar de rescatar a la princesa, disparando a diestro y siniestro, sin apuntar, porque, total, las balas son gratis. Y cuando llegamos a la pantalla final, si llegamos, descubrimos que la princesa se ha rescatado sola.
Por eso combatimos la bajada de alcance con volumen, la dispersión de la audiencia con más y más canales y la bajada de la interacción con gatitos y concursos. Y no nos damos cuenta de que no, para hacer las cosas bien no hay una excel que completar ni un calendario que cumplir, no hay un enemigo a batir, y los príncipes y las princesas están cada vez más a su rollo. Lo que hay al otro lado son personas con necesidades que cubrir e inquietudes que resolver. Si las cubrimos, si las resolvemos, aportamos algo. Si no, no. Y punto. Todo lo demás son necesidades del canal, ni nuestras ni de ellos.
Así que, por favor, dejemos de pensar en términos de «crear contenidos» como si el contenido en sí mismo fuese algo a celebrar y centremos nuestras energías en «crear valor« a alguien que no seamos nosotros mismos. Y luego pensemos en dónde tendría sentido que eso se diera a conocer y se consumiera. Porque el «todo en todos los sitios a ver si así le llega a alguien» cada vez tiene menos sentido. Este post, por ejemplo, lo leerá más gente por email que en la web. Y lo descubrirá más gente en Linkedin que en Twitter, por mucho que en esta última me sigan casi 12.000 personas. Y unas pocas lo descubrirán en Facebook y ninguna en Instagram, porque ahí ni lo compartiré. Y a partir de ahí será redifundido, reenviado, impreso, compartido en WhatsApp o lo que tenga que ser, pero ya estará fuera de mi control. Será lo que quienes lo consuman quieran que sea. En función de cómo de interesante y valioso les resulte. A ellos, no a mí.
Así que, más foco en calidad, menos «canalidad«. Que si es bueno, ya se encargarán ellos de darle visibilidad.
Y por «si es bueno» me refiero, obviamente, a si aporta valor, a si responde a una necesidad. Todo lo demás, una banalidad.
Paz!
L.
PD.- Ah! por supuesto. Para poder «aportar valor» o «responder a una necesidad» primero tendrás que tener claro a quién te diriges. No te saltes ese paso. No seas Mike.
En los tiempos que corren o corremos, yo diría que este planteo es un llamado a ser ecológicos en este ámbito. Respetar al consumidor que no es más que respetarse a uno mismo. Aplicar consciencia macro al mundo digital. Gracias
¿ecológicos? no entiendo muy bien a qué te refieres Gabriela. Como mucho, es una llamada a ser lógicos. Lo de «eco» no acabo de verle la relación… ¿?
Me encanta leerte!!! Eres la persona que llega para hacerme reflexionar y hacer un parón. Efectivamente, sin darme cuenta (hablo solo por mi) me voy metiendo en la vorágine de querer estar en todos lados, mostrar mis productos a cuantas mas personas mejor, y es que, sobre todo, cuando estas empezando como es mi caso, andas perdida y te dejas llevar por unos y por otros hasta casi rozar la locura.
Tengo que centrarme y volver a reconocerme para dar valor a lo que hago y a lo que ofrezco, aunque solo alcance una mínima parte del público que antes me veía. Al menos serán personas que valoran realmente lo que hago y lo que puedo proporcionarles.
En realidad, esa es la razón (egoísta) por la que me obligo a mantener vivo este blog. Me obliga a reflexionar y a hacer (al menos) un parón semanal. Y al escribirlo, lo razono mejor. Si además estos «pensamientos vagabundos» os ayudan también a vosotros, miel sobre hojuelas!!
Y sí, SIEMPRE es mejor llegar a menos si es a cambio de importarles. Lo de llegar a muchos pero no importarles a ninguno es una pérdida de tiempo (y energías). Yo siempre pongo el ejemplo de los números de teléfono. ¿De qué sirve tener el número de 2.000 personas distintas, si cuando llamas no se pone ninguna? Pues eso 😉
Gracias por leerme y por conmentar, Marisa. Y mucha fuerza con el proyecto!
«ecológicos» le faltaron las comillas. Quiero decir que los mismos principios que aplicamos al consumo ecológico (respeto, consciencia, menos es más, sano para mi y para el otro, etc) deberíamos aplicarlo a este tema. Y si , suena lógico pero es como el sentido común, es el menos común de los sentidos je
Valor. aaayyyyy qué complicada de decir y sobre todo de HACER.
Que a veces hacemos más ruido que otras cosas.
Buen apunte como siempre, querido 😉
Muchas gracias caballero!
Y sí, anda que no es complicado eso de cumplir en cada ocasión…