Da igual los botones que le pongas a tu web, a tu producto, a tu robot, a tu marca. Lo que importa es lo que queda después de haberlos pulsado. Ni siquiera lo que pasa al pulsarlos es relevante. Lo importante es el recuerdo, la sensación que dejamos cuando ocurre.
Pero a las marcas – a las personas que las gestionan – les encanta llenar ese camino de luces y colores. Alargarlo. Lucirse. Demostrar lo que son capaces de hacer. Deslumbrar. Pero quizás los clientes, los usuarios, no han venido aquí a deleitarse con nuestras habilidades, sino que han venido a resolver SUS problemas, y es eso lo que buscan. Ti-tá. Problema-solución. Listo. No me cuentes milongas, no me des mil vueltas.
Patatas con sabor a patata. No con sabor a trufa, ni a huevo frito, ni a paella con chorizo. A patata. Que sepan a lo que son. Que cumplan su función. Y ya está.
Añadir ingredientes es siempre el recurso fácil. Lo difícil es saber seleccionar los estrictamente necesarios, combinarlos, cocinarlos y conseguir que el resultado final sea la bomba. Aplica eso a tus textos, a tus propuestas, a tus presentaciones, a tu web, a tus formularios, a todo. No se trata de conseguir retener el máximo tiempo posible a alguien contándole tus cosas (si ese alguien no tiene tiempo/ganas/interés en conocerlas). Esa es TU necesidad, TUS objetivos. Se trata de resolver SUS problemas y dejarle un buen recuerdo.
Igual esa es la vía para que vuelva.
Aunque tampoco hay garantías de que suceda.
Paz!
L.
Hola Lucas,
Tu post me ha recordado cuánto de importante es la sencillez. Y es precisamente lo más difícil de conseguir para los que nos dedicamos a la comunicación. Mensajes simples, claros, que emocionen y que se recuerden.
🙂