Necesario, deseable, prescindible.

Si algo va a traer de bueno esta situación – porque algo bueno ha de traer, y nuestra obligación es buscarlo – es que nos va a hacer a todos un ctrl-alt-spr.

Está siendo esto un pantallazo azul del que no nos libramos ni los que usamos Mac, y de aquí solo salimos haciendo reset. Pulsar botón. Apagar. Reiniciar.

De momento de manera inconsciente, que pasará a ser consciente – o por necesidad – cuando el alcance de esta nueva realidad se asiente en nuestras cabezas, todos vamos a revisar muchas cosas de nuestras vidas. Relaciones, consumos, valores, actitudes, comportamientos… poco va a escapar a este «rediseño«.

Anticipo que reordenaremos nuestras vidas en 3 cajones. 4 a lo sumo. Lo necesario, lo deseable y lo prescindible. Quizás siendo el cuarto lo sustituible. Y ahí encajaremos todo. ¿Esa cerveza de los martes con los amigos? Deseable. ¿La llamada de teléfono con tus padres para ver «simplemente» qué tal todo? Necesaria. ¿El café de compromiso con el de contabilidad? Prescindible ¿La cuota de esa app que te dice si el detergente está de oferta en el super? Prescindible, ya me daré un paseo ¿La media hora diaria de ejercicio, a poder ser al aire libre? Deseable, y ojalá con el tiempo mute a necesaria ¿El tiempo diario de pensar en silencio? Necesario. Y así con todo.

De repente marcas, productos y servicios que iban bien y que se habían convertido en cómodas cuotas (de tiempo y dinero) «invisibles» tendrán que reinventarse por el aluvión de bajas. Volveremos a replantearnos la conveniencia del «as a service» frente al pago único. Valoraremos más que nunca lo digital, pero también buscaremos – de manera selectiva – lo físico y presencial, porque las videoconferencias nos están recordando el valor de la mirada y el contacto humano, más allá de la conveniencia y la «eficacia» de un email o una llamada telefónica atendida mientras gestionas otros asuntos.

A todos nos va a tocar elegir qué queremos ser. Si necesarios, deseables o prescindibles. Los que no lo piensen serán seguramente, como poco, sustituibles. Porque esto nos va a obligar a cambiar el discurso, a cambiar nuestra forma de relacionarnos, a cambiar nuestra propuesta de valor, a repensar y reescribir nuestro propósito.

Y a partir de ahí, fijar un nuevo rumbo y aguantar fuerte el timón, gestionando la tormenta. Porque parece que el mar tardará en volver a ser manso y habrá que aprender a navegar con un par de rizos en las velas y la bañera con tres dedos de agua. Quizás no todos lleguen – lleguemos – a puerto. Pero no dejemos de intentarlo.

Salud!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. “A smooth sea never made a skilful sailor.” A la luz de los acontecimientos mucho me temo que los que tenemos negocios tendremos que tener el temperamento del mismo capitán Ahab para superar esto. Llegaremos a puerto seguro! Un abrazo en tiempo de no abrazos.

  2. Por desgracia Lucas, la masa no tiene memoria. Pero si es cierto que hemos llegado a un cruce de caminos y debemos elegir izquierda con la masa, o derecha con nuestros valores.

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