Poderoso caballero

Marx está más vigente que nunca. Me refiero a Groucho y su «estos son mis principios, si no le gustan tengo otros«. Algo de eso ha debido de decir, o al menos pensar, Mark Zuckerberg estas últimas semanas.

Todo empezó con su posicionamiento a favor de no poner límites a los mensajes políticos de hace unos meses, que se puso a prueba con los mensajes que lanzó un Trump desatado y fuera de control a principios de mes. A pesar de que Twitter dio un paso adelante, ocultando esos mensajes e indicando que incitaban al odioFacebook prefirió ponerse de costado y no actuar, generando una profunda reacción negativa entre sus propios empleados y una parte importante de la sociedad. Esta situación de enfado acabó solidificando en la plataforma #StopHateForProfit, apuntando al corazón de Facebook: sus ingresos por publicidad.

Como ya contaba hace un par de semanas, al principio fueron pocas las marcas que anunciaron que cancelaban sus campañas (NorthFace fue de las primeras), pero de repente la acción ha tomado fuerza con el anuncio de que Univeler, Coca-Cola o Levi´s se unían, y así hasta más de 900 marcas (por ahora, que la lista se sigue actualizando) confirmando que cerraban el grifo como poco durante Julio, y algunas – Unilever, por ejemplo – hasta Diciembre, y no solo en FB e IG como el resto, sino que también lo hacían extensivo a TW.

Y ahora que ya le tocan el bolsillo, aunque puede que muy poco, el bueno de Mark parece recular, al menos ante la opinión pública, y no le parece tan importante eso de ser neutral, y promete empezar a aplicar las mismas medidas que ya aplica Twitter. «Estos son mis principios, si no le gustan, o me van a costar dinero, tengo otros», parafraseando al gran Groucho.

Lo que parece claro es que las marcas no pueden vivir de espaldas a las peticiones y demandas de la sociedad. Lo que no parece tan claro es quién es o ha de ser el árbitro en todas estas situaciones. Como decía Borja Adsuara en Twitter, «¿Quién decide que es ‘discurso del odio’ y qué no lo es? ¿quién decide qué es #LibertadDeExpresión? ¿Facebook?, ¿las empresas anunciantes? ¿la Ley? ¿los jueces? ¿deben actuar las #rrss como un Ministerio de la Verdad? 🤔»

Es un tema delicado.

¿Qué lección podemos sacar de todo esto? Que la mejor forma de atraer a un grupo específico de consumidores es compartir con ellos unos principios y valores comunes, y ser explícito en cuanto a nuestro posicionamiento y defensa de estos. Aunque esto lleva implícito, obviamente – es imposible sorber y soplar a la vez – perder o enfrentarnos a aquellos consumidores que no piensan igual.

Y esto es así – y cada vez lo va a ser más – porque votamos con la cartera, ya que, consciente o inconscientemente, aquellas marcas a las que compramos los productos que consumimos, son las que financiamos para que construyan el mundo que definen con sus acciones. Y si ellas, las marcas, pueden hacer cambiar a Facebook, nosotros, como consumidores, podemos hacer cambiar a las marcas con la misma palanca. Nos gustan (como marca), les compramos el producto. No nos gustan (como marca), no les compramos el producto. Y poco a poco, compra a compra, iremos construyendo ese mundo al que aspiramos, debilitando a aquellos con los que no comulgamos. Sin necesidad de change.org o campañas de visibilidad. Con acciones que dejan rastro. En donde duele o da gustirrinín, según de qué lado te venga: en la cuenta de explotación.

Ahora te toca a ti elegir en qué lado – y junto a quién – estás. Porque los veletas, tampoco son bienvenidos.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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