En el mundo actual, y especialmente en el ámbito digital, donde – dicen – todo es medible, andan los responsables de las marcas rompiéndose los cuernos analizando por qué los usuarios no les dan más «me gustas«, les dejan más comentarios, comparten más sus publicaciones o directamente no visitan su web y les compran o se suscriben a loquesea que vendan.
Que si el algoritmo nos tiene esclavizados, que si no publicamos a la hora correcta, que si el formato no está optimizado, que si el perro se me ha comido los deberes, el profesor me tiene manía o la abuela fuma. Excusas.
La respuesta la daba Hastings (Netflix) el otro día en una entrevista en la Vanguardia: «tú pagas por lo que vale la pena, y por lo que no vale, no pagas«. Y en el fondo todo se reduce a eso. Y el criterio, lo pone el usuario, no tú. Que sí, que es cierto que los algoritmos posiblemente no te están dando la visibilidad que TÚ crees que mereces, que los usuarios están adormecidos y saturados a la vez, que esto no es lo que era y que la competencia es feroz, pero la base sigue siendo la misma. Si me gustas, si me aportas, te dedico mi tiempo y (quizás) mi dinero. Y ahora mismo todos competimos por atención, porque el tiempo es el nuevo dinero.
Pero es que con captar mi atención no es suficiente. Una vez captada has de acabar de conquistarme. Y el clickbait, los titulares de doble sentido o las fotos tentadoras pueden servir para que mi dedo deje de hacer scroll y haga click, pero si entro y solo veo publi, no esperes que me emocione o que arda en deseos de suscribirme. Si tu producto no cumple con las expectativas que me has creado, o me pides que te dedique más tiempo del que creo que mereces (por ejemplo obligándome a darme de alta o iniciar sesión para poder ver eso que tú ofreces), simplemente cerraré ventana y seguiré con mi vida.
Porque mi vida, la vida de todos tus usuarios, está compuesta de muchas más cosas que eso que tú vendes u ofreces y que para ti es LA vida, porque es TU vida. Pero raro será que tu producto o servicio solucione LA vida a sus usuarios, y que además seas la única fuente. Lo normal es que solucione uno de los muchos problemas (pain points) que tienen, que haya múltiples proveedores de soluciones, y en función de cómo de relevante sea ese problema o dolor, más o menos tiempo le dedicará a conocer tu propuesta. Por eso hablaba hace unas semanas de marcas necesarias, deseables y prescindibles. Porque en función de en qué categoría te encuentres, recibirás más o menos atención, harás que merezca más o menos la pena dedicarte algo tan precioso como tiempo (y quizás dinero). ¿Cada cuánto piensas en cambiar de colchón? Ya te lo digo yo, cada 10 años o cuando te empiezas a levantar mal descansado. Pues hay marcas, con sus correspondientes equipos de comunicación y marketing, que viven de venderlos a diario, aunque a ti eso te importe una vez cada 10 años. ¿Me explico?
Aunque para ser justo, también hay que decir que luego el mismo que planteaba «la fórmula» también hace trampas y explota los mismos recursos y recovecos de la psicología y la tecnología que usan las redes sociales y los fabricantes de ultraprocesados para engancharnos, así que igual no tienen tan claro eso de si lo suyo vale la pena. Quizás, por eso, lamentablemente, triunfa la mediocridad.
Nos mata la velocidad, el corto plazo y el tener que llegar, aunque no tengamos muy claro ni dónde ni con quién ni para qué, lo que no nos deja ni tiempo ni recursos (tiempo, neuronas, dinero) para dedicárselo a lo que de verdad importa. Que lo que hagamos, valga la pena.
Paz!
L.
Hola Lucas, solo decirte que es el primer artículo tuyo que leo y en este caso me ha merecido la pena compartirlo con el café y galletas de mi desayuno. Que tengas buen día.
Muchísimas gracias, Ignacio, y espero que no se te haya cortado la leche ni desmigajado demasiado las galletas. Buena semana para ti también!
Excelente artículo. Siento que ahora mismo el nivel de atención del usuario está reducido a lo estrictamente necesario para saber si un producto o una marca va a intersarle, ahora mismo triufan los creadores de contenido que pueden captar por más tiempo la atención de un consumidor.
-Gustavo Woltmann.