Un millón

Ayer compartía Carl Caesar en sus stories de Instagram varias páginas del libro ¡Qué desastre!, de Erik Kessels y en una de ellas subrayaba una frase: «un millón de personas pueden estar equivocadas«.

Es un concepto simple, pero parece que a veces se nos olvida. La aceptación social (aka tener muchos likes) no implica necesariamente la calidad de lo aceptado/gusteado. Simplemente indica que a esas personas les gusta, nada más. Igual que a mí me gustan el RS6, las Californias camperizadas y las cabañas de madera en la montaña y no tengo ninguna de ellas. Tampoco dice nada de lo que les parece a quienes no lo han visto.

El mismo principio puede ser entendido enunciado a la inversa. No tener la aprobación de un millón de personas no implica que lo que haces no sea bueno. Simplemente indica que no es interesante para ESAS personas. Al menos no más interesante que otras cosas a las que dedican su tiempo y atención, que es por lo que tú estás compitiendo para tener la oportunidad de llegar a algo más. Y en este caso tampoco sabemos nada de la opinión del resto de personas del planeta.

El match producto/público objetivo (o servicio/público objetivo) es crítico, y no siempre es obvio ni sencillo. El mismo producto, presentado a dos audiencias distintas, puede obtener resultados radicalmente distintos. Básicamente porque audiencias distintas normalmente tienen necesidades distintas, y al final un producto que funciona es siempre un producto que cubre una necesidad. La que sea, pero la cubre.

Solemos tender a presentar nuestros productos, nuestros servicios, a nuestro círculo de proximidad, básicamente porque es al que tenemos acceso directo, pero eso es un arma (peligrosa) de doble filo. Por un lado, podemos encontrar una audiencia benevolente que nos anima a seguir adelante, que nos da likes y palmadas en la espalda, pero lo hace por nosotros, no por lo que estamos intentando lanzar, y que en cuanto lo sacamos fuera de nuestro círculo, se encuentra con el vacío porque realmente no está cubriendo una necesidad o si lo hace no lo explica bien. O también puede ocurrirnos lo contrario, que como nuestro círculo cercano realmente no es la audiencia adecuada para lo que estamos lanzando, nos encontremos con miradas de escepticismo y morros torcidos que nos desaniman a seguir, o nos hacen modificar nuestra propuesta para adecuarnos a ellos… en lugar de salir a buscar a la audiencia adecuada.

Por eso es tan importante tener claro a quién nos dirigimos con lo que hacemos. Saberlo nos ayudará a definir no solo el producto, sino la propia marca. Tenerlo bien identificado será crítico para saber cómo y de qué tiene que hablar, cómo ha de presentar su oferta, qué necesidad cubre, de qué manera ha de argumentar que lo hace y dónde ha de contarlo. Y una vez tengamos claro a quién queremos conquistar, olvidémonos del resto. El foco es enamorarles a ellos y nada más que a ellos. Si les gustamos al resto, bien, pero si no, tampoco pasa nada. Al fin y al cabo, tampoco nos iban a comprar ni a recomendar así que, ¿a quién le importan esos likes? Porque tenemos claro que el ego, cuando estamos hablando de construir una marca, lo hemos dejado en la barrera, verdad? Pues eso, no lo vayamos a olvidar…

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Muy bien Lucas. Estás en lo cierto, definir nuestra audiencia es vital para que nuestra marca sea recibida con los índices de aprobración más altos posibles.
    -Gustavo Woltmann.

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