Así andamos ahora mismo. Sin saber hacia dónde vamos, sin entender del todo de dónde venimos, y desde luego sin tener claro lo que va a pasar mañana. Esa es la verdadera nueva normalidad.
Pandemia, nevadas, confinamientos, restricción de horarios, crisis, cambios de criterio, oportunidades…. Una normalidad en la que hacer planes a futuro puede salvarte de morir en el siguiente giro de guión, o ser una verdadera pérdida de tiempo, nadie lo sabe, porque quizás ese giro de guión te lleva donde no esperabas ir jamás.
¿Y qué hacemos ante este panorama los que tenemos la responsabilidad de construir o ayudar a comunicar a las marcas? No es un papel sencillo ahora mismo. Porque esa incertidumbre de no saber si tras la siguiente curva habrá recta o precipicio nos hace ir – nos debería hacer ir – con mil ojos, un pie cerca del freno, por si acaso, y los reflejos on fire. Con el volante bien agarrado y los ojos bien abiertos. La trazada clara y las largas puestas.
En cambio, empiezan a verse en esta nuestra «carretera de ceros y unos» cada vez más cosas raras, volantazos, frenazos y acelerones. Gente, marcas, que entran derrapando en las curvas y confiando en el guionista, poniéndose en peligro no solo el conductor, sino también el vehículo y a todo el que pille por delante en su loca carrera. Me decía un amigo – visitador médico – el otro día que desde arriba les estaban presionando para que hicieran muchas videoconferencias con los médicos. «Tú llámale, pregúntale cualquier tontada, que no se olvide de nosotros«, me decía que le decían. Y la suya no es precisamente una marca pequeña, todo lo contrario, es uno de los (muy) grandes laboratorios.
Malo será si tu único valor es ser pesado y hacerte el encontradizo. Malo será. No es momento de urgencias, por mucho que los números propios aprieten, sino de paciencia y voluntad de servicio. De tener claro qué somos, qué aportamos y qué papel jugamos en la vida de nuestros clientes, y actuar en consecuencia, estando presentes, pero sin atosigar, que bastante llevamos ya encima todos. Es momento de estar disponibles y aportar, no de incordiar, no de molestar. Y si antes tenías 5 canales abiertos para hacer llegar tus mensajes a tu público y ahora ves que en realidad solo te está quedando operativo el digital, no se trata de que intentes meter aquí todos los mensajes que lanzabas antes en los 5 canales. Dosifica. El riesgo de cansar, de saturar, es muy real, y es un paso peligroso. Porque el siguiente es el de ser ignorado.
Una marca es, por definición, un ente frágil, expuesto a las interpretaciones de quienes se cruzan con ella. Hay que cuidarla, hay que mimarla. Hay que dejarle que se explique, que cuente su historia, pero para eso necesita querer ser escuchada. Atosigar, perseguir, insistir no es la mejor manera de conseguirlo.
Y los pollos sin cabeza, además de ponerlo todo perdido de sangre, asustan al personal.
Mantén la calma.
Paz!
L.
Gracias por tus valiosas recomendaciones Ivan, siempre son bien apreciadas.
-Gustavo Woltmann.
Supongo que las gracias me las estás dando a mí a pesar de que me cambies el nombre, así que las voy a recoger y agradecer 😉
Totalmente de acuerdo. Muy buena reflexión. Aunque desde las altas esferas donde aprietan los números es difícil de compartirlo.
El corto plazo es, en demasiadas ocasiones, el peor enemigo del largo plazo…
A ver si alguna vez escribes algo que pueda rebatir… cada lunes a la mañana, tus palabras me dejan «seco» un buen rato. Leo, derribo alguna pared mental, observo, pienso y construyo de nuevo… esta vez con ventanas. ¡Gracias Lucas!
Seguro que hay múltiples temáticas en las que eso pasaría, Alex, pero ya me cuidaré de salirme de opinar de lo que no entiendo!
Gracias a ti.
Muy de acuerdo en lo de la calma, y en mantener el temple. En estos tiempos, todavía más, la ecuanimidad es un valor. Y mucho más con las cosas sensibles, como las marcas. Gracias por tus posts. Me aportan mucho.