Toda esta «presión» por hacernos presentes en muchos – en demasiados, en mi opinión – sitios y canales hoy en día, para de esa forma poder «existir» (o eso venden algunos guruses de hojaldre*) en estos tiempos digitales, está generando un efecto horroroso en la comunicación de muchas marcas. Y curiosamente es algo que, cuando afecta, da igual que estemos hablando de marcas grandes o pequeñas.
Muchas (demasiadas) marcas se meten en más charcos de los que pueden atender. Abren perfiles en redes sociales, crean un blog, dan de alta un podcast, dicen que sí a dar un webinar, las más osadas se plantean crear un canal en youtube, hacerse cuenta en tiktok o hasta organizar una sala en Clubhouse. Porque es lo que hay que hacer. O eso les han dicho.
Pero luego la realidad llega con el mazo y pega fuerte. Y entre que muchas de las que siguen ese patrón en realidad se meten aquí por las razones equivocadas (para hablar de ellas mismas, y no para conocer mejor a su audiencia y hablar CON ella) y que además no son conscientes de lo que realmente cuesta luego alimentar todos esos puntos de contacto, acaban haciendo comunicación «de marca blanca«. Centrada en (sus) costes y en cubrir la necesidad básica (de «estar«). Cumplen, y punto. O eso se creen.
Acaban publicando lo mismo en todos los sitios, sin cuidar las imágenes, sin trabajar los textos, sin mimar los tiempos, sin buscar la interacción, sin gestionar las respuestas. Cumplen, y punto. O eso se creen.
Porque no son conscientes de que aquí no hay término medio. O interesas o molestas. Aquí al que está por cumplir se le cala de lejos. Y directamente se le ignora. Porque es lo que se merece.
Por estos lares la comunicación – por seguir con el símil de la marca blanca – ha de ser premium. Ha de cuidar los ingredientes, los formatos, la presentación, el momento y el lugar en el que hacerse presente (que posiblemente no sea estar «en todos los sitios«), y todo lo que está alrededor del producto. Y por supuesto, ha de cumplir, pero eso lo doy por sentado. Y eso solo puede conseguirse si quien está en el obrador sabe lo que hace y además le gusta. Si los ingredientes de los que dispone están a la altura. Si los hornos son de calidad, y si el volumen de trabajo y las manos disponibles están bien compensadas como para, no solo poder hacer lo que cada día tiene que hacer, sin también poder planificar lo que tendrá que hacer más adelante, e incluso tener una parcela de su tiempo reservada para probar cosas nuevas, para no caer en la rutina y seguir sorprendiendo.
Y eso, y a las pruebas me remito, no está al alcance de todos, sorry. Y no es por tamaño de la marca, no, es por su actitud.
Si quieres seguir siendo relevante, te va a tocar estar a la altura, porque aquí también se aplica, como en los supermercados cuando negocias tu posición en el lineal, eso de que «el nivel de la vista, es el nivel de la venta«. Y aquí al que no aporta, se le aparta.
Paz!
L.
* Dícese de aquellos guruses de aspecto impecable, con (aparentemente) muchas capas de conocimiento, pero a los que en cuanto les hincas el diente descubres que solo están rellenos de aire.
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