Andamos todos los que pululamos por las redes, y tenemos el marketing y la comunicación como actividad principal, revolucionados últimamente con el auge de los «nuevos formatos«. Que si Clubhouse esto, que si twitch lo otro, que si los podcasts lo de más allá.
Lo que todos ellos tienen en común es que fomentan una comunicación más íntima, más personal, sin artificios, sin producción excesiva, más directa. Que además se produce entre personas, no entre un logo y una audiencia. Y que admite, e incluso fomenta, la interacción en tiempo real, con la intervención en directo de quienes están escuchando.
Y por si fuera poco, consumida mayoritariamente con cascos, muchos de ellos con cancelación de ruido. Y pocas cosas hay más íntimas que eso, meternos directamente en la cabeza de los usuarios, aislados del mundo exterior, y hablarles al oido.
Esto es a la vez un reto y una gran oportunidad. El reto es adaptarnos a este escenario de conversaciones pequeñas, relajadas, en las que el tiempo es bastante más elástico que en otras circunstancias, y en las que son personas con cara y ojos las que hablan. La oportunidad es que quien lo consiga, se posicionará de una forma mucho más cercana en la cabeza de sus potenciales clientes que quien siga lanzando arengas desde un púlpito, ganando puntos en la carrera de la confianza en la que estamos todos.
El reto no es menor, ya que no solo implica definir muchos aspectos de esta nueva relación, sino también la cesión de la palabra por parte de las marcas a las personas que las representan, y aprender a ser más flexibles, o directamente a prescindir de ese paso, a la hora de definir el guión, las temáticas y los tiempos, mucho más abiertos a la espontaneidad de la conversación, que puede acabar en jardines insospechados.
Pero la oportunidad está ahí. Oportunidad de dar una patada en el culo a las marcas maquilladas y visibilidad a las reales. De volver a establecer lazos, de crear conexión, de establecer vínculos, de encajar. Aunque va a costar. Es un bonito cambio de mentalidad, y no todas están preparadas. Posiblemente serán las más pequeñas, las más cercanas, las más «reales«, las que estén mejor preparadas para esto.
Porque en cuanto a tu marca le metes varias capas de gestión, varios comités de decisión, la voz se engola, se pierde cintura, empiezan a aparecer sastres y asesores, y se pierde conexión con todo lo que estas plataformas fomentan. Una comunicación más intima, en la que si el rey va desnudo, sea porque está hablando con la comunidad nudista, no porque crea lucir sus mejores galas. El muy ridículo. Él, y toda su corte.
Paz!
L.
Y si se vista de seda, la seda se vuela. Minimalismo e intimidad, claves en la comunicación profunda.
Y empatía, y flexibilidad, y tiempo, y mensaje… son tantas las claves de esa comunicación profunda, Francisco…