Clubhouse: de novedad a ¿estándar?

A este paso, cualquier día anuncio yo también que este blog va a ofrecer a sus suscriptores la opción de crear salas de audio*. Y no sería ni el primero, ni el segundo, ni el tercero, ni el cuarto, ni el quinto ni el sexto en anunciar algo semejante. Porque desde que Clubhouse ha crecido en popularidad, la lista de plataformas anunciando que van a incorporar salas de audio no para de crecer. TwitterFacebook,  InstagramLinkedinDiscordSlackTelegramSpotify… y suma y sigue. Los viejos imitando al nuevo, no se sabe si para subirse al carro… o para neutralizarlo.

Curiosamente, el propio Clubhouse sigue (aparentemente) estancado (o directamente muerto si preguntas en twitter), las salas en castellano que veo pasar por mi timeline rara vez suben de los 100 asistentes (muchas no saltan de los 25…) y las salas en inglés buenas rara vez suben de los 300 (unas pocas de los 500, pero son excepción y las que pasan de 1.000, rarezas), y las estadísticas de descargas muestran una desaceleración brutal, pero parece que después de la fiebre por incorporar Stories, ahora todos corren para incorporar salas de audio.

¿Hay sitio para todas? ¿Hemos aprendido algo de la fiebre de las stories? Porque más allá de las de Instagram, ¿funcionan en alguna otra red? Yo diría que no, pero el hecho es que se han convertido en un nuevo estándar, una forma de comunicar a la que usuarios y marcas nos hemos lanzado de cabeza, porque enganchan y, cuando están bien hechas, muestran una cara más humana, cercana y real de las cuentas que seguimos.

Con el audio, y especialmente con el formato que está promoviendo Clubhouse (sesiones en las que puedes entrar y salir en cualquier momento, y en las que cualquiera puede «subir al escenario» y aportar su punto de vista) pasa en cierto modo lo mismo. Si sale bien es una experiencia cercana, casi íntima, muy conversacional, que de hecho gana cuando se produce con un número pequeño (¡y preparado!) de asistentes… pero habitualmente las salas – y más las que «aspiran» a convocar cierta audiencia – no pasan de ser una sucesión absolutamente prescindible de charlas de cuñados y gente – a las que ya no les hacemos casito en el resto de redes – buscando su dosis de casito.

Mi relación con el audio es rara. ODIO los mensajes de voz de WhatsApp, me encantan los podcast y tengo una sensación mixta con Clubhouse. Estoy, brujuleo a diferentes horas del día para ver qué se cuece (tengo las notificaciones quitadas, OBVIAMENTE), picoteo, y por ahora odio la mayoría de salas que he visto, he disfrutado mucho en algunas (pocas), y me esfuerzo en que la que monto cada semana con Carmen Sánchez pertenezcan a este segundo grupo para quien se las encuentre. Y no es fácil. Pero creo que el audio va a coger más y más importancia en el futuro cercano.

¿Sabrán las marcas sacarle partido a este formato? La mayoría creo que no. La mayoría lo van a afrontar tal y como decía marketoonist hace unos días con su acidez habitual: «No one has wanted to engage with our brand on facebook, twitter, instagram, linkedin, youtube, snapchat or tiktok, but let’s see how much they love us on clubhouse«. Porque la mayoría aún no se han dado cuenta de que no importan a (casi) nadie.

Pero igual otras sí que aprecian esta forma más orgánica, cercana, humana, desordenada en cierto modo, de comunicar y la pueden aplicar tanto hacia dentro (añadiendo una capa de transparencia, de diversidad y de participación a su cultura y a sus procesos), como hacia fuera. Pero la mayoría se harán cacotas y se limitarán a patrocinar, colar su marca y/o meter anuncios (que seguro en breve se podrá), pero no se atreverán a dar ese último paso y participar activamente – representadas por una persona, que a estas alturas ya todos deberíamos saber que no hablamos con logos sino con personas – en una sala en la que alguien pueda criticarles o preguntarles algo «incómodo» que les haga retratarse o quedar mal. Porque lamentablemente, demasiadas marcas – demasiados portavoces – siguen trabajando guionizadas, y no desde la convicción de un propósito que vaya más allá del beneficio económico, basado en hechos y acciones reales, que les permite tener un discurso propio. Y eso no resiste una conversación abierta y sincera. Ya lo siento. Da igual la plataforma elegida.

Paz!

L.

*Sí, solo a los suscriptores, si alguien quiere acceso, que se suscriba! xD

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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