Viernes, 12 y veinte de la noche. Un grupo de chavales eufóricos con el fin del toque de queda sale de uno de los portales de la urbanización dando voces, gritando y cantando. Se oyen perfectamente sus risas y cánticos de camino hasta la puerta de la zona común, y luego cuando pasan por la calle al otro lado de la pared exterior. Parecía que se lo estaban pasando en grande. Los hijueputas.
A mí no me hizo ni puñetera gracia, por si no te estaba quedando suficientemente claro. Yo tenía puesta la alarma del teléfono a las 7 de la mañana del día siguiente porque nos íbamos de viaje. Obviamente me cagué en sus muertos, sus vivos y hasta en sus familiares de 2º nivel. Que seguro que algo de culpa tendrán entre todos por no haberles hecho callar cuando eran críos.
Esto, que no deja de ser una anécdota de un SeñorMayorGruñón™️ (y un ejemplo de mala educación y egoísmo por parte de los putos adolescentes), es algo que también vemos en demasiadas ocasiones con las comunicaciones de las marcas. Cuando tu diversión, tu comunicación o tu manera de activar tu propuesta se hace en público, corres el riesgo de convertirte en ruido. Lo que tú crees que es una buena idea, una buena práctica o una forma adecuada de lanzar tu mensaje o conseguir tu objetivo, se convierte, por la forma o el momento de hacerlo, en una molestia para los usuarios. Puede ser la última campaña de correos, un patrón de llamadas comerciales desde un call center a horas intempestivas («porque es cuando les pillamos seguro en casa«), o un concurso lanzado en redes que pone como condición de participación – contraviniendo las propias normas marcadas por las redes – etiquetar a dos amigos y compartir la publicación en stories mencionando a la marca («para que se viralice«).
Ruido. Todo eso es ruido*
Nuestras comunicaciones hoy en día se hacen en la zona común de una gran urbanización, internet, en la que vivimos todos, cada uno con nuestros horarios, costumbres e intereses. Incluso nuestras manías, nuestras filias y nuestras fobias. Llamar la atención pegando voces cuando la mayoría duerme, porque así es más facil que nuestra voz se escuche, solo es efectivo para llamar la atención, pero desde luego no para conseguir ni aceptación ni deseo ni conversión. Meterte «por la fuerza» en canales ajenos de quienes no te conocen o de quienes, aun conociéndote, no les importas, es molestar. Y si a quien molestas con tus voces es a tus propios clientes, imagínate el efecto que tiene. Aunque no sé si es peor eso, o pensar que por molestar a quienes no lo son vas a conseguir que se unan a tu fiesta. Ya te anticipo yo que eso no va a ocurrir. Y tu reputación de marca molesta te perseguirá, quizás hasta cuando esa posible intención de compra pudiera ocurrir.
Dedica ese esfuerzo en hacer una lista de invitados bien trabajada, en conseguir su contacto e invitarles personalmente. Y que luego sean ellos los que hablen de lo maravilloso que es ser parte de tu universo. Ellos serán los que harán que tu fiesta acabe siendo la fiesta de la urba, con todos los vecinos bailando la música que tú pongas. O la mayoría al menos, que siempre hay un SeñorMayorGruñón™️ en todas las urbanizaciones…
Paz!
L.
* Quizás la campaña de Correos de los sellos negros no, porque estoy seguro que a la campaña le falta una pieza de cierre con la que dar en los morros a todos los que la han criticado. Un poco al estilo de lo de la irrupción gamer de Celia Villalobos… de la mano de Multiópticas.
[EDIT] Me puntualiza el gran Juan Boronat (@LasBlogEnPunto) vía twitter que Correos ha decidido retirar la campaña, así que parece que el equivocado era yo, y no va a haber pieza final de cierre. Por cierto, la cantidad de pop-ups y ventanillas emergentes que se abren al acceder al enlace son un ejemplo perfecto de ruido, ruido, ruido y más ruido…
Bendito silencio el que emana de tus palabras… Te escucho y lo demás queda mudo.
¡Que viva el Blog Vagabundo!
Muchas gracias, Lorena!
Totalmente de acuerdo. Me parece algo tan claro que invitaría gustoso a un café (con corazoncito o pene alado de espuma incluido) a un directivo de Orange o Jazztel para que me explicaran porqué se empeñan en ser odiados. Respecto a correos hay para mí un doble error. Primero la campaña, cuyo mensaje parece lo contrario a la que pretende; y por otra parte, al mismo tiempo que la retiran, tenían que haber reconocido claramente el error y lanzado alguna de las campañas alternativas que algunos activistas negros han propuesto acertadamente en las redes.
Incluso podían haber hecho del reconocimiento del error una campaña estilo: «Equivocarse es algo muy humano, afortunadamente reconocer nuestro error también puede serlo» y entonces meten la campaña nueva.
Buen post, gracias!
Ya te digo yo por qué se siguen haciendo esas campañas. Porque «funcionan». Y lo entrecomillo porque en realidad funcionan a corto, pero es que esa es la escala con la que las miden quienes las activan. Sirven para presentar informes bonitos de crecimiento que permiten cobrar bonuses o salvar culos. Y ya luego después que quien venga arree.
Y respecto a lo de Correos, totalmente de acuerdo. Tal y como está ahora parece un cierre en falso. Confío/espero/deseo que ellos también lo vean así y lo hagan bonito. Y las propuestas públicas que algunos han lanzado sería un cierre bonito, sin duda.
Gracias a ti, por leerlo y por comentar!
Gracias por hacer que el letargo odioso de los lunes temprano se convierta en ruido cerebral…para bien!
Gracias a ti por leer (y valorar) mis pensamientos vagabundos!
Joder Lucas, has dado en clavo, sobre todo el ruido del teléfono a las 10 de la noche, de un operador de telefonía, o de luz.
Cuando sobre todo tu hijo no duerme ni ostias por la noche, y el rato que tienes para descansar son las 2 ó 3 primeras horas.
Me quiero morir!!!
Hay decisiones «comerciales» que son difíciles de justificar, la verdad. Y esa es una de ellas. Aparte de ser ilegal, pero vamos, que esa es otra guerra perdida…