Mejor nos iría a todos si dejáramos un poco en paz al pobre Vicente. Dejemos de seguirle. Dejemos de aplicar ese «donde va Vicente» como excusa para todo, porque es una trampa mortal.
Amparándonos en eso de repetir lo que hacen otros (y “les funciona”), estamos colectivamente bajando el nivel. Resulta que puede que Vicente sea tonto y estamos todos cantando su canción. Y además, desafinamos. Pero entre el barullo no se nota porque vamos todos borrachillos de likes.
Las webs se parecen cada vez más unas a otras, las campañas no sabes de quién son porque son idénticas, los propósitos de marca son intercambiables, las declaraciones públicas también, todos bailamos los mismos bailes, repetimos los mismos memes, usamos los mismos colores, las mismas tipografías, hablamos de lo mismo… porque claro, si «sé» que algo va «a gustar«, para qué me voy a esforzar en hacer algo distinto y arriesgarme a que no guste! Mucho mejor jugar segurola, no vaya a ser que salga mal, que es mi culo el que está en riesgo.
El hecho de que las redes y plataformas usen la interacción – la popularidad – como criterio para dar (o quitar) visibilidad a las publicaciones está teniendo un efecto perverso: baja la calidad, como demuestra Filippo Menczer, profesor en Computer Science, en su último artículo. Resulta que la inteligencia colectiva no lo es tanto en este contexto tan susceptible a las trampas (2/3 del tráfico total de internet procede de bots), y además entra en conflicto con los intereses de las plataformas, que buscan, en su propio beneficio, fomentar la viralidad y aumentar el tiempo de permanencia en página a base de darnos siempre pizza y hamburguesas. ¿Para qué esforzarse en enseñarnos a comer brócoli? Eso que lo hagan en casa de cada uno, que aquí hemos venido a ganar dineros, parecen pensar. Es el mismo razonamiento que supongo se hacen en Tele5 cuando piensan en nuevos formatos. ¿Para qué innovar, si la edición 1.856 de Gran Hermano va a volver a tener audiencia?
El exceso de contenidos, los sesgos, la caída en nuestra capacidad de atención (hasta las charlas TED son cada vez más cortas!), nuestra incapacidad cada vez mayor para retener nombres, marcas o detalles (quizás una derivada del llamado «efecto google»), la velocidad a la que todo sucede, la búsqueda de resultados a corto, la comodidad de los creadores y directivos, o directamente el miedo, son algunas de las múltiples razones que nos han traído hasta aquí, pero lo importante ahora es pensar ¿cómo salimos de aquí?
Porque igual saltar a ese tren nos hará «brillar» hoy unos segundos, pero nos hará irrelevantes mañana, mimetizados en la masa y suspirando por la relevancia y diferenciación perdidas.
O es que quizás tú, como Director de Marketing, de Marca, de Comunicación o como quiera que sea el cargo que luces en tu Linkedin, sepas que pasado mañana ya no estarás donde estás hoy, y eso del medio y largo plazo en realidad te importa un comino.
Aunque eso igual lo dejamos para otro post…
Paz!
L.
Completamente de acuerdo. El nivel ha bajado, los contenidos son muy repetitivos y muchos son un corta pega. También hay mucho contenido tipo Paulo Coello que pretende ser motivador pero que hemos visto escrito hasta la saciedad. Y sí, tienen muchos likes lo que fomenta que los autores continúen repitiendo el mismo tipo de publicación. Y cuando te preguntas, qué vende ese señor, observas que en algún caso su trabajo/cargo nada tiene que ver con su publicación (supongo que mal para su marca personal…) o bien su trabajo coincide con ese contenido repetitivo, con lo que y a falta de referencias fiables su trabajo queda en igualdad de condiciones con otros. Por tanto, más que nunca es necesario contenido distinto y currado, a pesar que no tenga likes, por lo menos expresará muy bien lo que uno hace…
Lo que pasa que ahí ya entramos en la famosa duda del bosque. Si nadie ve o reacciona a tu contenido… ha hecho ruido al caer?
La respuesta está más en el viento que en las redes, y gracias por hacernos pensar en que la respuesta es más nuestra identidad que lo que los demás puedan hacer.
Al menos eso quiero creer yo, Francisco!
Encontrar un estilo propio de publicaciones, de contenido, cuesta. Tener nuestro propio lenguaje conlleva mucho trabajo y muchas veces no se aprecia el esfuerzo.
Lo sencillo, lo rápido, la «comida basura» hace que sobrevivamos hoy pero el futuro que nos espera no es nada alagüeño.
Tomamos el camino recto, el más corto, la autopista de peaje, pero así nunca llegaremos a prepararnos para cuando lleguen las curvas, y tarde o temprano terminan llegando
¡Felicidades por ese gran post!
Gracias a ti por leerlo y comentar, Rubén!