Yo tengo un test que aplico a menudo. Si en un bar pides unas bravas y no están buenas, olvídate de pedir cualquier otra cosa de la barra.
Porque las bravas son esa tapa “sencilla”, que puedes cagar si no le pones un mínimo cuidado. Si no están bien peladas, o si no están cortadas en tamaños similares para evitar que unas estén pasadas y otras medio crudas, o si no las preparas bien, en dos tiempos, cociéndolas primero y rematándolas en aceite después, o si no pones cuidado a la hora de preparar la salsa y te pasas o te quedas corto con alguno de los ingredientes. Pero como son “fáciles” de hacer, las hace “cualquiera” y “de cualquier forma”. Y así tenemos lo que tenemos en algunos bares.
Ahora cambia las bravas por tus emails de confirmación de compra, por la forma en la que entregas un producto, por cómo contestas el teléfono, por cómo escribes tus textos para redes sociales…. esas cosas que son “fáciles” de hacer, y que por lo tanto las acaba haciendo “cualquiera” y “de cualquier forma”. Quizás lo que estás consiguiendo es que quien las ve, no quiera pedir nada más de “tu barra”…
Si los futboleros suelen hablar de que “no hay rival pequeño”, en comunicación podríamos decir que no hay impacto pequeño. Todos suman, todos construyen, todos dejan – o destruyen – en quien los recibe una huella, y es la combinación de esos pequeños, grandes y medianos impactos lo que dota de sentido a la marca, lo que dibuja la personalidad de esa caja vacía que es una marca.
No es lo que decimos que somos, es lo que ejecutamos, lo que proyectamos, lo que hacemos. O ni siquiera eso, es cómo somos percibidos que somos, lo que se ve de lo que ejecutamos y cómo se interpreta lo que proyectamos y hacemos. Porque no es nuestra visión la que construye, es su interpretación.
Por ejemplo para mí – y para la inmensa mayoría de personas en Zaragoza, me atrevería a decir – unas bravas sin mayonesa no son unas bravas, son unas patatas con tomate picante, por mucho que en Madrid o en Burgos se empeñen en sacar pecho de ellas.
Paz!
L.
¡Las mejores bravas de Burgos no llevan tomate!
Buen artículo. Es un placer leerte. Un burgalés.