Banderitas de colores

El pasado martes fue 8M, día internacional de la mujer. Una fecha que muchas marcas meten en sus calendarios de contenidos como un día en el que TIENEN que publicar un contenido ensalzando a las mujeres, lo mucho que las valoran y lo importantes que son en su organización. Eso en sí mismo no es un problema, pero se convierte en uno cuando ese día es el único del año en el que piensan en ellas, las consideran “contenido”, y creen que con subir “banderitas de colores”, cambiando el color en función del día o la causa, ya está todo hecho.

Vivir en un mundo de apariencias es lo que tiene, que igual tú vas todo pintón por la calle fardando de lo que no eres, y llega alguien y te saca los colores. Y la colleja se oye en Londres.

Unas cuantas marcas inglesas aún deben estar buscando la gorra y rascándose la nuca, porque la colleja que recibieron el pasado 8M fue de las que dejan el cuello rojo. Resulta que en el Reino Unido las empresas de más de 250 empleados están obligadas a calcular y publicar en esta web sus salarios medios divididos por género (supongo que teniendo en cuenta también los cargos, para que sean comparables – mismo trabajo, misma retribución -, aunque confieso que no he leído los detalles de cómo calcularla). Una medida que busca, por la vía de la publicidad, poner de manifiesto que el pay gender gap existe, y forzar a que las empresas le pongan remedio, o justifiquen – si pueden – su existencia. Y un par de activistas decidieron hacer uso de esa información (pública) para sacar a pasear la mano de las collejas.

Programaron un bot en twitter que republicaba (RT comment) los tweets de las marcas que usaban el hashtag #IWD2022 (International Women’s Day 2022), indicando la desviación salarial que tenía esa empresa entre hombres y mujeres. Y el resultado es, cuando menos, sonrojante. Y además no distingue entre empresas privadas, públicas e incluso ONGs. Ver cómo la York St. John University celebra el día de la mujer, pero les paga un 12.1% menos, o la Oficina de Propiedad Intelectual inglesa sube un video de una de sus IT Senior Leaders para demostrar lo mucho que cuidan y se enorgullecen de sus mujeres… aunque les paguen de media un 30% menos, o cómo la CEO de las Academias Astrea alza la voz para decir que “hay que poner una escalera a las mujeres para que puedan ascender”… y que el bot le recuerde que en su organización las mujeres cobran un 44.1% menos que los hombres, debería sacarnos los colores a todos. Afortunadamente también hay empresas en las que el pago es el mismo (The Contact Company es el primero que me encuentro haciendo scroll, quiero pensar que habrá más), pero en primer vistazo parece claro que NO son la norma.

A algunas marcas no les ha gustado la acción (¿por qué será?) y han eliminado sus tweets y republicado el contenido SIN el hashtag oficial para intentar salvar los muebles, pero una usuaria ha decidido recopilar estos repost (y los tweets borrados y nunca republicados) en un hilo, y es interesante ver cómo los usuarios van entrando a los “nuevos” tweets para volver a recordarles el dato de su pay gap.

Me sigue sorprendiendo MUCHO esta pretensión de marcas/empresas de disociar sus mensajes de sus realidades, pensando que todo vale y todo cuela, en una muestra de desprecio absoluto a los usuarios. Confundir narrativa con mentira es un gran error. En un mundo en el que cada paso que damos deja su correspondiente huella digital, debería ser muy difícil escapar indemne a este tipo de prácticas si todos pusiéramos un poco de interés por nuestra parte y no nos limitáramos a tragar lo que nos pongan delante. Casos como este bot, el inmenso trabajo que está desarrollando Jaime Gómez-Obregón o los proyectos que salieron en su momento con la (lamentablemente) ya extinguida convocatoria de los AbreDatos promovidos por ProBono Público, demuestran que las palabras deberían publicarse solo cuando se asiente el polvo de los hechos, salvo que queramos arriesgarnos a un paseo público de la vergüenza.

Ahora habrá que ver, como con todas estas acciones en redes sociales, si se queda en rapapolvo efímero, o si realmente a los usuarios nos importa algo y actuamos en consecuencia.

Y mucho me temo que… mira! un burro volando!

Shame! Shame! Shame!

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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