Escuchando el otro día el podcast de Rick Rubin, me gustó cómo contestaba Missy Elliot cuando le preguntó por la música que escuchaba últimamente. Ella contestó (más o menos) que en realidad, cuando está escribiendo sus discos/canciones, no escucha música de otros ni ve vídeos, porque quiere contar SU historia, usar SUS ritmos, SUS métricas, y no lo que “se lleva” en ese momento. Decía algo así como que no saber qué es “hot” y qué no lo es, le da la oportunidad de crear en lugar de copiar.
Y esto me lleva a plantearme (y por extensión a plantearte a ti) la siguiente pregunta: si no hubiera nadie más haciendo lo mismo que tú, ¿harías lo que estás haciendo ahora para conectar con tu audiencia? ¿estarías lanzando los mismos mensajes, de la misma manera, en los mismos formatos?
Está muy bien tener referentes, revisar estadísticas, conocer tendencias, estar al día de los canales y formatos que tu audiencia prefiere, pero al final necesitamos volcar en lo que hacemos nuestra personalidad, nuestro mensaje, nuestro tono, nuestra voz, en definitiva volcarnos nosotros. Y para conseguirlo, y evitar un exceso de “influencias”, no parece mala idea eso de “desconectarnos” para poder conectar. Conectar con nosotros mismos y con quien tenemos enfrente, en lugar de simplemente integrarnos, mimetizarnos y hacer de espejo de lo que hacen y dicen otros.
Porque quizás, lo que hacen otros les funciona a ellos, pero no necesariamente a nosotros. O quizás es que incluso el término “funcionar” lo tenemos prostituido, y no necesariamente signifique que ayude a definir y afianzar nuestra historia, nuestro mensaje, nuestra diferenciación, y simplemente significa que es lo que el algoritmo – y quien lo programa… – prefiere.
Hemos pasado del Power to the people, al Power to the channel, y diría que hemos salido perdiendo con el cambio.
Hablamos mucho de la importancia de volcar el contenido de manera nativa en cada canal, adaptándolo al formato que mejor funciona en ese canal, en lugar de limitarnos a publicar un enlace. Pero nadie parece pararse a pensar si eso que está haciendo es realmente “nativo” consigo mismo. Y por eso vemos videos de gente que no sabe hablar a cámara (pero le han dicho que ahora el video es casi obligatorio), escuchamos podcast de gente sin gracia para contar historias (pero que tienen que ser parte del boom del audio, porque si no, patatas) o vemos marcas que empiezan a usar los colores, fuentes y mensajes “de temporada”, aunque les sienten como a un santo dos pistolas, y consiguen el efecto contrario al que supuestamente buscan. Les desconectan de su audiencia.
Por eso me parece un ejercicio interesante ese de pensar: si no hubiera nadie haciéndote competencia, ¿seguirías haciendo lo que haces, de la manera en la que lo haces? Si la respuesta es no, piensa en qué harías distinto y por qué no lo estás haciendo YA, aunque tengas competencia. Igual acabas de encontrar tu vía “nativa”…
Paz!
L.
Gracias Caballero.
Sencillamente brillante su interpretacion y su comunicacion.
Gracias a ti, Jesús María, por leerme y por comentar.
Se agradece mucho saber que hay alguien al otro lado 😉
Claro q hay gente al otro lado!porque muchas veces escuchamos algo profesional y brillante que le da un nuevo prisma a nuestra práctica diaria
Me encanta leerte Lucas (reconozco que voy a leer todos los post atrasados en los próximos quince minutos que tengo para esta tarea).
Lo que propones parte del requisito de ser una persona proactiva que no tenga miedo de romper con lo establecido, de inventarse un nuevo rio para su travesia con el fin de llevar su mercancia a otros puertos que la valoren bien. Probar y hacer conlleva a fracasar y tener éxito. Generalmente pasamos por el fracaso antes de tener éxito. A veces sale solo. Pero la cuestión es tener la resiliencia suficiente y el empuje suficiente para ver el fracaso como parte del aprendizaje, como una parte del proceso, necesaria incluso, para poder encontrar el tesoro. eso y la necesidad de salirse de los cauces establecidos.
Sin duda, ver el fracaso y el error como parte del camino, y no como un drama, es un paso necesario. No podemos acertar siempre, y si queremos probar a hacer cosas «a nuestra manera» (o de la manera que mejor nos represente), hemos de tener en cuenta que la posibilidad de equivocarnos y que «no funcione», siempre va a estar ahí. Y eso no debería ser un problema, porque la posibilidad de que «funcione» también lo está. Mejor intentarlo que lamentarlo.