¿Voz o eco?

ECO!!

Eco, eco, eco, eco, eco, eco, co, co, co, co, o, o, o, o…

Una voz, 14 repeticiones. Así funciona ahora mismo la comunicación. Todas las marcas gritando lo mismo, porque «es lo que hay que gritar ahora«. Y muchas veces ni la primera es original, es solamente una repetición de otra que alguien gritó en otro sitio y consiguió 22 repeticiones.

Vivimos en un ciclo constante de repeticiones, y parece que el mérito es, como cuando lanzas una piedra plana en la superficie de un lago, ver quién consigue más rebotes, quién llega más lejos. Todo lo demás no importa. Optimizamos para eso. Para el alcance.

Es esa tu competición? Ok, si lo es, adelante. Perfecciona tu gesto, calienta la muñeca, escoge la piedra más plana, y lánzala con fuerza. Pero luego no te quejes si al otro lado del lago nadie te reconoce, porque eres EXACTAMENTE igual que las otras 17.253.174 piedras que han llegado botando desde la otra orilla.

Porque hay más opciones. Quizás prefieres jugar otro juego, y ser – por seguir con el símil de las piedras – la piedra que marca el camino. O la que indique el desvío. O en la que te sientas a descansar, o en la que te haces la foto, o a la que te subes para ver lo que hay al otro lado.

Ninguna de ellas llegarían muy lejos si alguien las lanzara al lago, pero eso es indiferente. Porque ni es su objetivo, ni su función. Por contra, todas ellas son reconocibles y, si me apuras, insustituibles. Se usan como referencia, se respetan y no se mueven, se ven desde lejos y se les reconoce fácil, porque tienen algo que les hace especiales.

Es cierto que es más complicado, pero también te digo – y ahora ya no hablo de piedras – que es más gratificante tener tu propia voz que andar repitiendo – a medias, es lo que tienen los ecos – todo lo que van contando otros.

Correr como loco tras las tendencias te puede llevar muy lejos si aciertas en la buena, es verdad, pero también puede que solo te haga perder el tiempo, el aliento y acabes confundido en la masa de ecos, todos iguales, todos repitiendo la voz inicial, cada vez más bajo, cada vez más bajo, cada vez más bajo… hasta apagarse.

Y la piedra que marca desde dónde gritar para que tu grito se oiga más veces seguirá ahí. Indicando el punto exacto. Acogiendo a todos los que a ella se quieran subir para lanzar su berrido.

Berrido, berrido, rrido, ido, do, o…

Paz!

PD.- También es cierto que tener una voz propia no te garantiza nada, y puedes acabar hablando solo (o generando rechazo). No hay que magnificar tampoco la diferencia. Es el justo equilibrio entre personalidad y encaje, entre identidad y utilidad, el que te permitirá destacar y ser algo más que un loco… o un grano en el culo. Me lo ha contado un amigo…

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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