El propósito de marca no es eso

Una de las (muchas) perlas que tiene la conversación que mantienen Toni Segarra y Fefo en la nueva “serie” que lanzó este último la semana pasada en su canal de youtube, es una en la que Fefo le pregunta a Toni por la fiebre actual por la definición de propósitos grandilocuentes (e intercambiables) por parte de marcas de cualquier sector, tamaño y condición. Da igual que sea un cerveza que un hotel o una marca de ropa. Parece que el propósito de todas ellas sea salvar el planeta. O al menos eso dicen.

Y no puedo estar más de acuerdo con Toni. Lo que las marcas tienen que hacer es estar a la altura de los deseos y anhelos de sus clientes, pero eso NO es su propósito. El propósito es otra cosa y quizás, en algunos caso, deba ser algo mucho más terrenal y pegado al producto o servicio.

El propósito de una cerveza puede ser dar un momento de felicidad a quien la bebe, el del hotel ser un paréntesis en la vida de sus clientes y el de la marca de ropa hacer prendas que den seguridad a quienes las vistan o que les permitan autoexpresarse. En definitiva, que quizás se nos ha ido un poco la pinza con esto de los propósitos, y al final el sentido de tu existencia como marca – que eso es en cierto modo el propósito – puede que no sea tanto salvar el mundo, sino ver cómo contribuyes a mejorar el mundo de tus clientes. O a construir el mundo al que estos aspiran.

No te confundas, es más complicado definir un propósito alineado a los deseos y anhelos de tus clientes que tirar del comodín de salvar el planeta. Y la razón es también una vieja conocida de quienes leéis este blog: para poder alinearnos con esos deseos y anhelos, primero deberé tener claro a quién me dirijo, a quién quiero conquistar, a quiénes aspiro a tener como clientes.

A ver si diciéndolo el gran maestro Segarra cala un poco esta idea. Porque está bien ser ambicioso, pero orientemos – y anclemos – esa ambición a las necesidades y deseos de nuestros clientes. Y no olvidemos tampoco que el propósito no es una frase que pintamos en las paredes de nuestra oficina. Es una idea que define un rumbo, que debería actuar de guía y que hemos de convertir en acciones. No vale de nada definir nuestro por qué, si luego no lo activamos y lo utilizamos como semáforo de decisiones. En rojo para lo que no esté alineado y contribuya a activarlo, en verde para lo que nos acerque a ese objetivo.

Que hablar, sabemos todos, lo difícil es actuar y soportar esas palabras con hechos.

Dicho queda.

Igual te toca sacar el powerpoint ese tan bonito que utilizas para hablar de tu propósito y darle otra vuelta…

Paz!

L.

Más de mi en
Facebook Twitter Instagram LinkedIn

Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

¿Algo que decir? ¡No te cortes, deja un comentario!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *