Reivindiquemos las palabras que se entienden, las necesidades bien descritas, los problemas claramente explicados y las soluciones aún más claramente expuestas.
Parece que si no usamos términos grandilocuentes no hemos hecho el trabajo, y resulta que igual es al revés. Si solo sabes hablar con grandes palabras puede que no hayas entendido a tu público. ¿Hablan ellos así? Si la respuesta es no, ¿qué haces tú llenándote la boca de esdrújulas y términos compuestos?
Baja al terreno, habla como aquellos con quien quieres hablar y olvídate de que tienes una audiencia delante. No por hablar más “engolado” eres más listo, de hecho, quizás te hace parecer más tonto.
Usa palabras sencillas. Destila tu mensaje hasta convertirlo en esencia, y asegúrate de que quienes quieres que lo reciban lo entienden y lo comparten. Que lo sienten suyo. Que está expresado como ellos lo harían.
Porque lo que buscamos es identificación, no admiración. Eso déjaselo a quienes se alimentan de ego, tú te alimentas de relaciones y de conversiones. De ventas. De intenciones cumplidas. De deseos y necesidades cubiertas. De promesas lanzadas y cumplidas. Y eso tienes que hacerlo en un lenguaje con el que podamos mantener una conversación.
Si me haces sentir tonto o inculto, si provocas que surja un escalón cultural entre nosotros, la cosa no fluye. Baja del podio. Acércate. Habla mirándome a los ojos. Aflójate la corbata. Siéntate a mi mesa, con los míos y comparte la situación. Ven en bermudas y camiseta si quieres, que es verano y estamos entre amigos. Y ahora, propón tu solución.
La marca no ha de andar todo el día subida en escenarios, ha de bajar al suelo, moverse entre el público, mezclarse, integrarse. Porque si solo te centras en ser aspiracional, moverás la aguja del deseo, y otro vendrá a recoger el fruto.
Tu objetivo, estar medio paso por delante de tu público. No más lejos. Integrado en la marcha, suficientemente cerca como para oírle respirar y notar cuando cambia el paso, pero un poco adelantado para actuar de anzuelo. Y cuando muerda, tironcito.
Y a bailar, que son dos días.
Paz!
L.
Como siempre, has dado en el clavo, Lucas.
Me ha recordado una de las cosas que me choca últimamente, el afán que tienen muchos de poner sus cargos en inglés -incluso si no tienen presencia internacional-, además de soltar cada vez más palabros también en inglés… como si realmente no se entendiera si no lo hacen.
A mí me transmiten lo contrario: se distancian, subiéndose a ese escalón desde el que nos contemplan a los mortales, esperando nuestra veneración.
Gracias por tu cordura y sentido común. Es muy refrescante.
Muchas gracias a ti por leerlo y comentarlo, Rosario.
Lo del tema de los palabros y los cargos en inglés sí que está ya adquiriendo la categoría de epidemia. Hasta el punto que yo, en mi web (no aquí, en Ceconbe.es) me he puesto de cargo CBO (Chief Bearded Officer) y cuando me piden datos en alguna entrevista insisto en que pongan CBO y no CEO, para poder así hacer la coña.
En fins…
Me encanta el CBO!!
Es bastante cansino esto de los CEOs y sus ramificaciones… Uf.
DPM
THX!
Hola Lucas,
Estoy de acuerdo con lo que dices pero en el caso de los abogados, eso de ir en bermudas, como que no cuela. De hecho, el cliente lo que aprecia es un buen traje.
A la hora de comunicar sí soy muy directo y hablo a sus emociones, de una manera entendible, sin jerga jurídica de por medio pero, por ejemplo, estoy a punto de lanzar un servicio gratuito para víctimas de violencia de género y he decidido grabar los vídeos desde la cima de una montaña. Sin embargo, todavía no tengo claro el outfit que debería llevar.
No sé si debo ir en plan Jesucristo García o camisa blanca y chaleco…
Alguna ocurrencia? Consejo? Sé que no eres personal shopper pero ¿tú cómo te vestirías en mi piel?
PD: Me pasó tambien con el seudónimo Abogado Enrollado que lo usaba para mostrar cercanía pero finalmente me decanté por @abogadodegenero que pienso denota más profesionalidad, siendo además un tema tan delicado, ¿qué opinas u opináis lectores?
Hola Javier, lo de «ir en bermudas» era una forma de hablar, no algo literal.
Respecto a lo que preguntas, creo que en tu caso, tanto el fondo/decorado como el «outfit» (como tú le llamas) debería ser lo más neutro posible, para no tener protagonismo alguno. Ya te comenté en su día, cuando también me preguntaste, que lo de «enrollado» no me parecía adecuado del todo para tu ámbito de trabajo, me alegra ver que al final lo cambiaste. No creo que tu «buen rollo», o tu afición por la montaña, o tu outfit sean elementos que sean de relevancia para personas que hayan sufrido algún episodio de violencia de género. Creo que buscarán más bien resultados y empatía.
Y sigo viendo, como ya te dije en su momento, una barrera contra la que poco puedes hacer – salvo acumular sentencias favorables a tus clientes – y es el hecho de ser hombre. Creo – y hablo desde la intuición, no tengo ningún dato que lo corrobore – que si tus clientes son mujeres que han sufrido algún episodio de esta índole, se sentirán más cómodas con una mujer abogado que con un hombre. Tu mejor baza para superar eso será ese historial de sentencias que comentaba antes. Poco más puedes hacer, más allá de ser lo más neutro, cercano y empático posible.