Busca la credibilidad (no la «influencia»)

En estos tiempos en los que reina el click fácil, la velocidad, el postureo y los titulares “juguetones” pensados para captar nuestro interés en una nube de atención dispersa, hay una habilidad que se trabaja poco y es de vital importancia: la credibilidad.

Porque la influencia, y me refiero concretamente a la influencia malentendida actual, esa que erróneamente se mide en número de seguidores o views, es una métrica mal parida. Porque puedes tener un número bien gordo bajo la etiqueta “followers” o muchas visualizaciones, y no tener capacidad real de influencia. Porque le das a todo. Porque eres la veleta del reino de las veletas. Siempre arrimando al sol que más calienta. Siempre hablando por no callar y perder turno. Hoy recomiendas una crema de sol y mañana un gazpacho. Y pasado un chándal, que a los dos días pondrás a la venta en vinted, y otra crema de sol que es competencia de la anterior. Y una “vichisuás”. Y la sudadera a juego que usarás al salir de la piscina en el hotel de moda al que has ido de brunch. Y con ese juego rápido de manos ofreces entretenimiento, además de llenarte los bolsillos, pero no recomendación. Porque los mercenarios no enamoran, solo están al servicio de quienes pagan.

Por contra, hay otra vía que es la de nadar a contracorriente de esa tendencia y centrarte en tu nicho, en tu área de conocimiento y en tu núcleo de personas afines, que serán quienes ampliarán tu círculo poco a poco. Sin pretender ser el nuevo Justin Bieber, la estrella planetaria. Y subir peldaño a peldaño la escalera del respeto en base a tu conocimiento (compartido) y tu demostrada experiencia y coherencia.

Que igual te da menos audiencia bruta, pero quizás más atención efectiva, y con ella, en ultima instancia más influencia. Porque cuando hablas, se te escucha. Y cuando te escuchan, actúan. En la dirección que tú indicas. Y es que eso es influencia real, la capacidad de generar movimiento, en este caso basada en credibilidad y no en promesas vacías.

Y esa es la tostada que están descubriendo cada vez más influencers y marcas. Afortunadamente. Y los usuarios lo empiezan a decir. Que no basta con tener la plataforma. Que no basta con tener la atención. Que además hay que tener la credibilidad. Porque los usuarios, cuando siguen las recomendaciones de otros usuarios, lo que buscan son atajos. Atajos que les ayuden a elegir correctamente. Y por eso poco a poco se vuelve a poner los ojos en los expertos. Porque los influencers (algunos) se están convirtiendo en todo aquello que aspiraban a sustituir. Máquinas de mentir para facturar. Actores en anuncios publicitarios recitando un guión, y no “una persona como yo” que comparte su opinión veraz de lo que usa, hace y sabe. Y por eso están pasando a ocupar el mismo espacio que otros medios de comunicación a los que dicen sustituir. Puros medios de entretenimiento y nada más.

Ruido blanco anestésico.

Contenido con el que no pensar.

Pero tampoco actuar.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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