Déjales ser ellos

Leyendo esto el otro día (resúmen: es la historia de Angel Collison, ex esquiadora profesional que, tras hacer de su pasión – el esquí – su trabajo, se acabó quemando y perdiendo la pasión, que ahora está intentando recuperar gracias al surf) me di cuenta que esa historia era excesivamente reconocible.

Es exactamente lo mismo que nos ocurre cada vez más con influencers, embajadores, referentes y demás perfiles con visibilidad en su relación con las marcas. Nos enganchan por cómo son… hasta que monetizan su comportamiento y dejan de ser como eran cuando nos conquistaban, para adaptarse a como las marcas quieren que sean.

Maaaaaaaal

Si precisamente lo que gusta – debería gustar – es la diferencia! Es eso lo que hace a una persona atractiva. Una forma de ser, un comportamiento, una actitud, una manera de comunicar, todo ese conjunto de factores que le hacen ser reconocible entre la multitud. De hecho, es esa diferencia, esa singularidad, la que con total seguridad ha llevado a la marca de turno a contactar con esa persona para buscar fórmulas de colaboración. Entonces, ¿qué sentido tiene, #QueridaMarca, que a alguien que te atrae por una cosa, luego le pidas que se comporte de otra manera, y que se mimetice y ajuste a un patrón? Ya te lo digo yo, ninguno.

Y es que en realidad creo que hay un trasfondo de malentendidos en muchas de esas relaciones.

Por las dos partes, probablemente.

Mal por la marca de turno que fuerza comportamientos para cumplir sus objetivos, aún a costa de desnaturalizar la esencia de esos colaboradores o de forzar comportamientos “comerciales” poco naturales. Mal por la persona con visibilidad que filtra comportamientos para seguir gustándole a las marcas, aún a costa de convertir su comunidad en audienciaEstas relaciones deberían ser simbióticas, no parásitas. Unos no sustituyen a otros, complementan.

De hecho, estoy convencido de que por ahí vienen muchos de los problemas de salud mental que están saliendo a la luz de este tipo de perfiles. Demasiada presión, demasiada incertidumbre, y fuerzas opuestas tirando cada una hacia un lado. La oportunidad de facturar por un lado. La autenticidad e identidad propia por otro. El aprovechamiento de una audiencia por un lado. La construcción de una relación a largo plazo por otro.

Y en esto, como en la vida. Si aprieta, es que no es. No lo fuerces.

Sé y deja ser.

Y juntos, creemos algo aún más grande.

Con tus cosas buenas y singularidades, y las de la otra parte.

Combinadas, que no cambiadas.

Agitado, que no revuelto.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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