Cansados y saturados

No sé si (otra vez) estoy confundiendo una sensación personal con una tendencia, o si es fruto del sesgo del círculo con el que me relaciono, pero últimamente estoy recibiendo demasiadas señales como para no dedicarle al menos un pensamiento al tema.

Cada vez percibo a más personas cansadas y saturadas de “lo digital”, de las redes y de los algoritmos. Lo que en su momento era un momento de placer, de diversión, de conocimiento y relaciones, se ha convertido en una fuente de problemas y obligaciones.

Ya no entran (entramos) a compartir, entramos a trabajar nuestra marca personal, a construir huella digital, a posicionarnos como referentes, a buscar vías de monetización. Porque si no lo haces, desapareces. Porque el resto lo hace. Incluso quien, honestamente, no tiene ni marca, ni personalidad, ni conocimientos, ni huella que dejar. Y satura.

Lo mismo las marcas, metidas en la rueda del hámster de la obligación del contenido, de la carrera del volumen (en cuanto a cantidad y a tono de voz) y no la de la calidad. Sin una meta a la vista, sin un retorno claro, sin una pausa para pensar. Viviendo en el dilema perenne de Wanamaker, ese que decía que “la mitad del dinero invertido en publicidad/comunicación es dinero perdido, pero no sé cuál de las dos mitades”. Y es que igual ahora es más de la mitad.

Publicas y no llega. No sabes si porque no se muestra o porque no interesa. Y a veces es casi mejor, porque cuando llegua, lo que vuelve son críticas, quejas e insultos. Hay muros de marcas que son para salir pitando. Y eso tiene que cansar.

¿Pero cuál es la alternativa? Porque ahora “todo” se hace para digital. Paguemos una valla en Madrid, le hacemos una foto y la subimos. O directamente photoshopeamos la valla como si la hubiéramos hecho, qué más da! Organizemos un evento presencial, pero que vengan fotógrafos. Y videógrafos también. Y hagamos un reel con los mejores momentos. Y subámoslo casi en tiempo real. ¿Que salgo en los medios en papel? Compartamos el pdf, que eso viste mucho.

Exposición constante. Competición. Exhibición.

¿Y ahora cómo llego yo a mis clientes si eso no me va, si no es lo mío, si no me gusta?

Baja una marcha. Mira hacia dentro. Retoma el gusto por lo pequeño. Lo íntimo. Lo cercano.

Ya, pero es que yo quiero facturar 10k este mes.

Pues paga el pato y baila.

Igual no los facturas, pero siempre podrás contar que lo haces, como hacen esos que tú ves.

A nadie le importa.

Pocos lo van a ver.

Ninguno lo va a comprobar.

Tampoco a recordar.

¿Quiere esto decir que las redes sociales están muertas? Sí, lo están, al menos “las de antes”, aunque aún les queda carrete para rato, paradójicamente, porque se reinventan a diario para que dé miedo bajarse en marcha, saltar.

Y a lo mejor es lo que hay que hacer, para romper esa inercia y parar. Pensar. Respirar hondo. Comunicar en lugar de vomitar. Conectar.

Conectar.

Qué fácil y dificil a la vez.

Aún me acuerdo cuando daba los Sueños días en twitter y la gente contestaba.

Conectábamos.

Pero eso ya es pasado, tampoco vamos a lamentar el muerto más.

Ahora parece que dicen que vuelven los blogs. Que las newsletters están resucitando esa idea romántica de tener un sitio propio en el que contar – y almacenar – nuestras cosas, a salvo de cookies y algoritmos.

Ojalá.

Algunos (viejos) nunca nos llegamos a marchar.

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. No me puedo sentir más identificado con tu post, Lucas. Hemos hecho cumbre por la soleada cara sur y ahora bajamos la montaña por la norte, por una ruta que no conocemos, cansados y deshidratados. A ver qué nos espera en el campamento base.

    1. Pero quién nos dijo que por este collado se llegaba al campamento base, Juan? Y por qué seguimos avanzando por la norte si está todo duro como el mármol y la caída es tan fácil como peligrosa?

  2. Pero ¿cómo no vamos a estar cansados de esta jaula de grillos? Nadie escucha a nadie, se lee en diagonal, se consumen titulares y se despachan videos sin tiempo para procesar. Hemos llegado al límite del asombro y ya nada nos impacta. Y en este contexto no puedo estar más de acuerdo con la solución: volver a la esencia, a conectar con lo humano, a buscar el alma de las marcas para llegar al alma de las personas, pero con autenticidad, siendo honestos… Qué locura todo…
    Gracias por tu reflexión
    Feliz semana,
    Pilar

    1. Ojo, Pilar, porque en esta jaula, todos somos grillos.

      Otra cosa distinta es que ahora algunos tengamos deseos de ser otra vez orugas.

      A ver si no se nos come un pájaro.

      Gracias a ti por comentar!

      Feliz semana también.

  3. Bueno, Lucas, siendo verdad, creo que es algo que se explica por la edad (cada vez es más alto el coste oportunidad de no hacer cosas molonas) y por tantos años haciendo lo mismo. Es un cansancio natural. Además, cuando esto nos gustaba mucho, eramos menos. Ahora es una carrera de pollos sin cabeza. Uno siente, en parte, que se le pasó el arroz. Hablo siempre por mí, e intento naturalizar lo que comentas. Creo que nos pasa con muchas otras cosas

    1. Indudablemente la edad, y el número de años que llevamos con el hocico enterrado aquí, juega un papel en todo esto. Pero lo que me ha movido a dedicarle este pensamiento por escrito – que te diré que ha resonado con bastante gente – ha sido el empezar a escuchárselo a los «no-tan-jóvenes».

      Gente sin nuestra «mochila», que se encuentran en un lugar similar al que los viejunos del lugar hemos llegado arrastrándonos con mucho esfuerzo para ahora descubrir que quizás Eldorado no eran tan dorado.

  4. Lucas, yo la palabra que más utilizo últimamente es EQUILIBRIO, se ha vuelto mi mantra. Buscar equilibrio entre mi negocio y mis hijas, y vida familiar, entre el tiempo que le dedico a mis redes de mi pequña tienda de artesanía, el localino, y el tiempo que simplemente pierdo en ver pinterest con la única misión de disfrutar imaginando lugares especiales y bonitos, el equilibrio abre mi puerta todos los días cuando mi madre me dice que no me cuido nada… cuando es tan difícil agendar dos horas para quedar con las amigas una vez cada tres meses.
    leo despacio lo que dices y pienso…cuál es el equilibrio en las redes, publicar sin parar o simplemente publicar cuando uno quiere… o cuando tenga algo que contar. Yo espero que el dichoso algoritmo busque en algun momento la humanidad de los que están detras de cada perfil y premie lo raro, lo diferente,….quizas premiar a quien nos les hace ni puñetero caso sería lo más ético ¿ o no?

    1. Es que la ética no está entre sus objetivos ni en su fórmula. Por no estar, no está ni en su misma esencia. El objetivo de las plataformas es maximizar el tiempo que estamos dentro, y para eso nos muestran los contenidos con los que, basándose en nuestro historial de consumo y reacciones, y en el de personas «como nosotros», más les acercan a ese objetivo. ¿Por qué lo hacen? Porque a más tiempo dentro, más anuncios nos pueden mostrar, y más datos recogen para mejorar su perfil de nosotros (para a su vez mostrarnos «mejores» anuncios). Si tú publicas una vez al mes, es muy difícil entrar en esa selección de contenidos a mostrar a tu audiencia, porque te has quedado muy abajo en el ranking de publicaciones a las que reaccionan. La fórmula es tan sencilla como eso.

      Y de vez en cuando, especialmente si llevas tiempo sin entrar, se la saltan, para darte una dosis gratis de su droga, hacerte creer que molas y así te tienen otra vez enganchada a la rueda.

      Encontrar el equilibrio con esas reglas de juego es ciertamente complicado. Por eso yo insisto tanto en los canales propios, como este, donde podemos hablar a voluntad, sin depender de que el algoritmo de turno te muestre el contenido o no, o de que te despistes con otra cosa y «se te olvide» que querías dejar un comentario.

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