¿Estamos mostrándonos demasiado?

El Dr. Andrew Huberman es un neurocientífico estadounidense, profesor de neurobiología, psiquiatría y ciencias del comportamiento en Stanford, que entre otras cosas tiene un podcast que trata de temas súper interesantes, que se sitúa habitualmente en el top 50 global, y #1 en la categoría de Salud.

Su aspecto físico es siempre muy cuidado, y en todas sus apariciones, da igual cuándo sean, viste camisa negra de manga larga cerrada hasta arriba. Cuando se le preguntaba por eso en alguna ocasión, siempre decía que lo hace porque tiene tatuajes en pecho y brazos, y no quiere mostrarlos porque teme que puedan distraer y desviar la atención de lo que él quiere que sea el foco de su trabajo: la ciencia.

Y efectivamente, así ha sido. Hace unos meses un amigo suyo compartió en instagram un video en el que salían haciendo deporte, y se lió. Los comentarios de ese reel son de todo menos científicos, y desde ese día algún comentario en esa misma línea se cuela en casi todas sus publicaciones.

Estos días estamos viendo también cómo el posicionamiento político de Elon Musk (apoyo formal a Trump, donación de 45M$ al MES incluida, restauración de cuentas cerradas previamente por incitación al odio, RTs variados a contenidos de corte racista y a fake news, etc, etc) está teniendo consecuencias directas en su cuenta de explotación. Varias empresas han declarado que van a dejar de comprar Teslas para sus flotas, otras que van a dejar de poner anuncios en Twitter/X (y la respuesta de Elon ha sido denunciarles…), y hay quienes se plantean no usar Starlink (y no lo hacen por ser la única opción viable en su ubicación).

Son sólo 2 ejemplos de personas de perfil muy alto pero, ¿nos estamos mostrando – todos – demasiado en redes sin darnos cuenta del impacto que tiene?

Podría ser.

Estamos ahora volviendo de vacaciones de verano y quien más quien menos, todos hemos mostrado parcelas de nuestras vidas personales. Más de las habituales. Desde imágenes en bañador hasta celebraciones con amigos o situaciones más informales. Esto hace unos años nadie lo hacía en público, tan sólo en canales privados, o ni eso, pero ahora parece ser la norma. Abrir ventanas detrás de los perfiles profesionales personales y mostrar qué hay dentro. “Humanizar” los avatares, que dicen los gurús. Y que aplica a todo tipo de perfiles, da igual a qué te dediques y dónde lo hagas. Desde el manitas al que un día llamaste para una ñapa en casa, que sube una foto a su estado de whatsapp (y tú la ves porque tienes su teléfono guardado), hasta la CEO de una empresa cotizada brindando con su marido en bañador en la playa (y tú la ves porque la sube a Linkedin).

Y a lo mejor esa imagen en teoría inocente te afecta en tu percepción de esa persona, aunque no te des cuenta. Para bien, o para mal, eso ya es algo personal. Porque a lo mejor descubres que uno de ellos lleva un tatuaje de un toro de Osborne, y eso te espanta, o que se pide una botella de 500€ para cenar, y eso te escandaliza. Y la del tattoo puede ser la CEO y el de la botella el manitas, vigila tus sesgos.

Hablamos mucho del impacto que tendrá en los niños esta sobre-exposición, pero pasamos por alto el que puede tener en nosotros. Incluso en actividades totalmente inocentes, como hacer deporte o salir a un parque a pensar – y compartirlo en redes – en horario laboral. ¿Cómo va a ser percibida por tus clientes esa imagen? Especialmente si están esperando una llamada tuya, un informe o un documento, y te ven corriendo, en la bici o mirando al horizonte. Aunque en ese preciso momento estés justo pensando en cómo enfocar esa llamada, ese informe o ese documento.

Porque la realidad – al menos la mía, y supongo que no será especial en eso – es que tengo clientes, ex-clientes y, posiblemente, futuros clientes, que me siguen en instagram, por ejemplo. Una red que en la que comparto facetas más personales de mi vida, y en la que no hablo de trabajo. Y alguna vez me ha dado apuro subir según qué contenido precisamente por eso. Porque aunque puedes estar por la mañana en la montaña y por la tarde trabajando, al mostrar únicamente una de las dos partes, parece que la otra no existe, y todos interpretamos lo que vemos según nuestras expectativas y creencias.

¿Me va a hacer cambiar esto mi forma de gestionar mis redes? Todavía no, o al menos no creo. O no más de lo que ya lo estoy haciendo, compartiendo cada vez menos cosas en todas ellas, especialmente en X. Y no tanto por Elon, sino porque la propia red está derivando en un lugar muy distinto al que me enganchó en su momento. Aunque algo de tirria le estoy pillando al personaje, no lo voy a negar.

Lo que a su vez confirma mi tesis, a pesar de saber que, como dice Recuencono le podemos comprar a nadie todo el pescado.

A nadie.

Un genio también puede decir y hacer gilipolleces.

De hecho, es muy probable que las haga.

El problema es que ahora también las lucimos con orgullo en abierto sin darnos cuenta de que ahí se quedan.

Yo el primero.

Si al menos fuera un genio…

Paz!

Más de mi en
Facebook Twitter Instagram LinkedIn

Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Creo que sí. Nos mostramos demasiado. Yo intento mostrar muy poco de mi vida personal y aficiones. Y las tengo como entiendo que todo el mundo. Y tengo un pasado (positivo) que no deja de ser curioso que sólo mis amigos lo conocen pero no lo hacen público a nadie (o eso creo).
    Para mí las RRSS han de mostrar mi marca como profesional y me esfuerzo en que sea así. Mi opinión, es que no creo que mis aficiones y temas personales aporten mucho más a mi profesionalidad o por lo menos no doy margen para que la gente lo juzgue. Mucho guru dice que has de mostrar temas personales a las redes, así a saco, ya que así te humanizas delante de tu posible «mercado». No estoy de acuerdo. Te humanizas cuando interactuas con alguien, hablas de lo que haces profesinalmente y entonces sí, puedes introducir esos temas personales. Es mi opinión…
    Mucho de lo que veo en redes es como dice el Eclesiastes: vanidad todo vanidad. En fin, que cada uno haga lo que quiera. Yo lo tengo claro.

    1. En realidad diría que no hay una receta única en esto de la exposición en redes, Paco, no estás de acuerdo? No es lo mismo tu caso (economista, trabajando en un entorno quizás más «serio»), que el mío (trabajando en temas de marketing y comunicación, más pegado al entorno digital) o el un creador de contenido de 20 años, que quizás sí que tiene sentido que se muestre más, o incluso alguien trabajando por cuenta ajena, que usa las redes para compartir sus hobbies y aficiones.

      En definitiva, que cabe todo, mostrarnos, no mostrarnos o incluso no estar, siempre y cuando seamos conscientes de las consecuencias de cada una de nuestras decisiones.

      Gracias por comentar!

      1. Yo más bien diría que los guruses de las redes nos dicen que hemos de combinar nuestros distintos perfiles (el familiar, ocio, deportivo, viajes, estilo de vida, profesional,..) para humanizarnos. Y a partir de aquí lo que tu dices, la receta se la aplica cada cual como quiere. Y sí es cierto, yo he optado por una sola exposición profesional. Es simplemente porque no me siento cómodo exponiendo otras facetas. En fin, supongo que para gustos, colores…
        Un abrazo

  2. Las redes te enseñan a bailar con la más guapa que en este caso es masculino (nuestro ego), pero no enseñan a comunicar ni a dialogar. Segundo, las redes son gratis y con una barra libre en cuanto a la responsabilidad de la autoría del contenido (sea bueno o malo). Por lo tanto si no hay absoluta conciencia de estas dos premisas, sin lugar a duda, nos exponemos demasiado. En caso contrario, como todo en la vida, hemos venido a jugar

    1. El ego es peligroso compañero de baile, especialmente cuando el baile es en público. Nos puede llevar a hacer el ridículo, aunque nosotros nos veamos «divinos», o nos puede hacer adictos al aplauso. Y se dan ambas situaciones en las redes, me temo.

      En cualquier caso, como dices, hemos venido a jugar. El problema es que algunos parecen jugar de oido. Le dan al botón de «publicar» sin haberse leído – y entendido – las normas del juego antes …

¿Algo que decir? ¡No te cortes, únete a la conversación!

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *