Las redes las carga el diablo

Tremendo lo de Valencia. En todos los sentidos.

Tremendo también lo de Estados Unidos. En todos los sentidos también.

Pero más allá de la tragedia, que nos encoge el corazón y que no está en mis manos valorar (vaya por delante todo mi apoyo y los mejores deseos para los afectados, obviamente), aquí querría centrarme en reflexionar sobre lo que nos toca más de cerca a los que pasamos por esta pequeña parcela del internet: la comunicación.

Y es que eso también está siendo tremendo.

Tremenda la velocidad a la que se mueven las informaciones y las desinformaciones. Tremendas las reacciones que generan. Tremendas las burbujas y las cámaras de eco que se crean. Tremendas las consecuencias.

Por eso titulaba así este pensamiento vagabundo: Las redes las carga el diablo.

Pero es que el diablo somos todos y cada uno de nosotros, y hasta que no seamos conscientes de ello, las redes seguirán siendo lo que están siendo últimamente: foco de polémica, enfrentamiento y movilización. Contribuidoras a la radicalización y la división en bandos.

Todo se acaba convirtiendo en un “nosotros contra ellos”, en lugar de un “todos a una”.

La consecuencia, de la que no sé hasta qué punto somos conscientes, es la pérdida total de confianza en todo y en todos. Porque “todos” nos quieren engañar, y sólo me puedo fiar de “los míos”, que son los únicos que conocen la verdad y la cuentan como es. Aunque esa verdad luego resulte que no lo era. Maldito sesgo de confirmación.

Algunos lo harán con la mejor de las voluntades, con intención de ayudar y “abrir los ojos” al resto, que a su forma de ver, “viven engañados y de espaldas a la realidad”. Otros por contra lo harán buscando generar reacciones o crear estados de opinión que favorezcan sus particulares creencias o propósitos. Unos sin otros no tendrían recorrido. Todos somos diablos. En las redes, tanto opinar como criticar, es dar visibilidad. Grábatelo a fuego.

Además, “la verdad” es muy poco objetiva, ya que siempre depende desde el lugar desde el que se mira, y además se degrada rápido. Todo lo que no sea de primera mano, es susceptible de ser una mentira interesada. E incluso lo vivido en primera persona es inevitablemente pasado por el filtro de la información conocida y de la ideología. El famoso “así son las cosas, y así se las hemos contado” con el que Saenz de Buruaga cerraba hace años los telediarios, se ha convertido, con la explosión de las redes, los grupos de whatsapp y los canales de telegram, en un constante “así he vivido esta cosa, así la interpreto, y así deberías interpretarla tú también”, o directamente en un “así me dicen que están siendo las cosas, y estos son los culpables, PÁSALO!”

Creo que fue Antonio Damasio quien decía que las decisiones son un 80% emoción y un 20% razón (hay quienes suben la apuesta hasta el 95% emoción). Las comunicaciones – y las creencias – diría que también comparten esa proporción, con el peligro añadido de moldear realidades. Por eso fútbol, política y religión son caldo de cultivo de reacciones viscerales. Por eso las redes hierven ante situaciones como las que estamos viviendo. Por eso te cuesta no encenderte y reaccionar. Eso es lo que están buscando algunos. Sacar el diablo de dentro de ti. Y además, ese es el contenido que las plataformas prefieren. Porque así te tienen dentro y activo.

A veces, más no es mejor, y creo que estos días lo estamos viendo. Más información, no siempre es mejor información. De hecho, puede generar el efecto contrario, y convertirse rápidamente en desinformación y contribuir al caos.

No tengo solución a esto (ojalá!) y me debato constantemente entre el deseo de informarme, porque hay gente que lo está haciendo muy bien, y el de desconectar, porque hay gente que no merece ni un segundo de mi atención. Incluso por salud mental. Al final, como en todo, la virtud – si es que la hay – está en el punto medio. Seleccionar a quién escuchamos, a poder ser a ambos lados de nuestras propias ideas, de quién nos fiamos, y a quién silenciamos.

La vida misma, ni más ni menos.

Paz!

L.

PD.- Lo de Valencia tiene pinta de que va para largo, no nos olvidemos de ellos en 3 días, como solemos hacer con todo. Que cada uno colabore como pueda y quiera, y no enterremos esta terrible situación en más lodo del que ya tienen por allí, por favor. Amunt, amics!

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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