¿Qué día es hoy?

Vivimos pendientes del calendario. Compromisos, reuniones, viajes, citas… Todo tiene que caber en nuestras vidas, todo tiene que entrar en la agenda, a todo tenemos que decir que sí porque no nos podemos permitir no cumplir, no vivirlo, no estar.

Esta maldita manía nos deja sin energía, sin fuerzas y, lo que es peor, sin tiempo. Porque el tiempo es oro. Frase manida donde las haya, pero bien cierta. Cuanto más mayor me hago, más cuenta me doy, supongo que porque menos me queda. Y el mayor lujo de todos es tener tiempo… para perderlo. Para dejarlo correr sin pensar que se nos va de las manos. Sin remordimientos, sin pensar en todo aquello que no estamos viviendo, simplemente disfrutando de tenerlo.

El cúlmen de ese estado es el verano, en vacaciones, cuando ni siquiera sabemos en qué día vivimos. «¿Qué día es hoy?» es la respuesta más frecuente cuando alguien nos dice de quedar. ¡Qué maravilla!

Los modernos creo que ahora llaman a eso mindfullness, ellos sabrán. A mí me da igual cómo se llame, eso no es lo que me preocupa, lo que me preocupa es no vivir en ese estado más tiempo. Siempre analizando el pasado y planificando el futuro, olvidándonos de disfrutar el presente, que es lo único que realmente tenemos.

Lamentablemente, la inmensa mayoría de los mortales no podemos vivir permanentemente de vacaciones – ¡maldito dinero! – pero sí que podemos [debemos] buscar esos momentos de desconexión mental. Cada uno llegamos a ese estado – si nunca has estado «ahí» no sabes lo que te pierdes – de diferentes maneras. En mi caso es mirando el fuego de una chimenea, o escapándome a la montaña, con esquís en invierno o con la bici el resto del año, o bien rodando en moto. Largo, lejos, con o sin rumbo, da igual, sin más sonido que el del viento y el ronroneo del motor. Harley-Davidson™️ en mi caso, que ayuda a eso de la sonoridad. Ese estar solo conmigo mismo, en silencio, sabiendo que durante las próximas horas mi única preocupación es esquivar conductores que enredan en sus teléfonos móviles mientras conducen y no salirme de la tira negra de asfalto, hace que mi cabeza vuele sin control, y que se produzcan «conexiones improbables«. ¡La cantidad de ideas de campañas y de soluciones a problemas de clientes que he podido resolver en ese estado no lo sabe nadie!

¿Te das cuenta de la fuerza que tiene esa asociación de ideas? Una marca, una sensación, un beneficio. Eso es el territorio de marca, y es lo que todas las marcas luchan por identificar. En los coches quizás es donde se ve más claro. Volvo es seguridad, Mercedes elegancia, Audi deportividad, BMW placer de conducción… y en torno a esos conceptos construyen su identidad visual, sus textos, sus imágenes, sus spots, todo. ¿Te das cuenta de la fuerza que tiene esa asociación de ideas?

Esa es la importancia de definir el territorio de tu marca. Solo así conseguirás no ir de lado a lado, desperdiciando impactos, recursos y energía, y quizás hasta tengas tiempo para no saber en qué día vives. ¿Ya tienes claro cuál es el tuyo?

Paz!

L.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

Comentarios

  1. Una vez leí que Asimov se tomaba descansos entre proyectos, es decir, si estaba escribiendo una novela y de repente se veía impedido para continuar, centraba su atención en otro proyecto, como un ensayo por ejemplo. La desconexión no sé si es lo más adecuado, pero si creo que a veces necesitamos una descongestión mental.
    -Gustavo Woltmann

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