La semana pasada no publiqué. Y esta dudaba si hacerlo o no. Y creo que la razón es de peso. En el último post, cuando decía eso de que “en lo personal, a veces la vida te da una bofetada, en carne propia o cercana, que te hace abrir los ojos y mover la brújula, reordenar […]
Categoría: Reflexiones
El odioso egoismo de los mensajes de voz
Básicamente porque se hace en pos de la comodidad de quien envía el mensaje, sin dedicar ni un milisegundo en pensar en el receptor.
Miremos con ojos de turista
qué pasaría si todos mirásemos el mundo con ojos de turista. Si nos preocupásemos más en apreciar que en criticar. Si valorásemos todo aquello que nos pasa por delante y además nos esforzáramos por entenderlo, y no por compararlo con lo que ya conocemos.
Nadie te obliga
¿No quieres que creen un perfil tuyo en base a tus búsquedas e interacciones para luego servirte publicidad? No uses Facebook, Instagram, WhatsApp o Google. Nadie te obliga a ello. Porque – Oh, sorpresa! – NO es obligatorio estar en redes sociales, no es obligatorio usar Google.
¿Nos escucha Google?
¿Nos estará escuchando de verdad Google? A la vista de lo que acabo de contar parecería bastante prudente responder que sí, no? Estará también Facebook escuchando? Y Apple? Y nuestra SmartTV? Y no hablo de escucha activa, como cuando preguntamos algo a Google Voice, Siri, Alexa, Cortana o a nuestro mando a distancia de la tele, sino escucha pasiva, de la que se hace sin avisar al usuario y por lo tanto sin que éste sea consciente de ella.
Profundidad versus Amplitud
Estas son las nuevas normas del juego en las redes sociales. Que en realidad son las de siempre, pero parece que se nos había olvidado. Querer llegar a muchos está bien, pero es mejor llegar a menos pero llegar más dentro. Importarles. Ser relevantes. Que te echen de menos si algún día no estás. Esa es la verdadera métrica de engagement, que va mucho más allá de los likes y los follows.
¿Dónde se fue la conversación?
Andamos tan inundados de contenido que braceamos frenéticamente para intentar no morir engullidos por él, y somos incapaces de tragarlo, y mucho menos procesarlo y reaccionar.