Nos confiamos tanto en la tecnología, que nos anestesiamos de la realidad. Cedemos todo el peso de la realidad a la máquina y la máquina acaba tomando las decisiones por nosotros. Pero olvidamos que la máquina solo ejecuta, no piensa.
Nos confiamos tanto en la tecnología, que nos anestesiamos de la realidad. Cedemos todo el peso de la realidad a la máquina y la máquina acaba tomando las decisiones por nosotros. Pero olvidamos que la máquina solo ejecuta, no piensa.