Sigo intentando mirar con ojos positivos, y bajo el prisma del marketing, el branding y la comunicación, la situación en la que estamos todos metidos ahora mismo por obligación, buscando aquello que podamos sacarle de bueno, porque bastantes cosas malas tenemos – por muchos que algunos se empeñen en enmascararlas con aplausos y verbenas balconeras – como para no buscarlas.
Y una de las que más clara veo es que estamos en un escenario en el cual, bien haciendo, bien mirando, todos podemos aprender cosas. Me explico.
Ahora mismo hay 2 grandes categorías de marcas: las que están haciendo de todo – con mayor o menor éxito – para mantenerse “en el candelabro”, y las que no están haciendo nada.
Muchas de las primeras están experimentando en primera persona con un montón de variables: nuevos canales, nuevos contenidos, nuevos tonos de comunicación, nuevas dinámicas de trabajo, nuevos estilos de gestión, nuevos tipos de interacción, nuevas frecuencias de publicación, nuevas propuestas de servicio, nuevos modelos de negocio (o de no negocio), nuevos interlocutores y portavoces de la marca, nuevos estándares de calidad, y otras muchas cosas nuevas.
Las personas que están detrás de esas marcas (y lo digo por experiencia) posiblemente están viviendo esto con la lengua fuera, trabajando más horas que antes, intentando mantener el ritmo frenético que han tomado los canales, donde la competencia es más feroz que nunca, ya que el volumen de usuarios y marcas generando y consumiendo contenidos es absolutamente BRUTAL. Pero están viendo resultados. En una dirección (aprobación) o en otra (rechazo), pero están viendo resultados, probando alternativas y creando nuevos patrones. Que es cierto que el escenario actual tiene poco que ver con el escenario del que venimos, y no tenemos ni idea si se parecerá mucho o poco al escenario hacia el que vamos, pero al menos nos sirve para saber si los usuarios le ven sentido a que la marca X haga Y, esté presente en Z, o hable de R. Y eso sí que puede mantenerse en el tiempo, sea cual sea el escenario futuro.
Y lo mejor de todo es que una parte importante de toda esta acción está ocurriendo en abierto, sin registro, sin muros de pago y con números de asistentes e interacción públicos. Así que, incluso si eres de los que – por decisión o por obligación – le toca estar en silencio, tienes la ocasión de aprender en piel ajena, de tomar apuntes, de mirar qué funciona y qué no, de pensar qué podrás adaptar y adoptar cuando esto pase y tenga sentido que vuelvas a salir a la luz, y hacerlo entonces con una comunicación adaptada a esa nueva realidad que aún no tenemos ni idea de cómo será, pero de la que, entre todos, estamos definiendo ahora las bases, expectativas y nuevos modelos de relación.
Porque lo que creo que está claro es que intentar volver como si no hubiera pasada nada, no te va a funcionar. Porque ha pasado. Porque hemos cambiado. Y más que lo haremos.
Lo malo es que aún no sabemos cómo ni hacia dónde.
Salud!
L.
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