Convertkit, la herramienta que usan muchos creadores para gestionar sus newsletters y envíos, anunciaba el otro día que iba a empezar a meter anuncios en los emails. Wuolah, la plataforma donde miles de estudiantes suben y descargan sus apuntes de la carrera, también anunciaba que va a empezar a meter publi en ellos, e incluso lo anunciaba como “la mayor innovación de wuolah” (sic). Los periódicos ya hace tiempo que son anuncios a pantalla completa con alguna noticia entre ellos, algunos videos de youtube tienen más pausas de anuncios que las películas de los domingos de A3, y posiblemente si quieres ver un episodio de tu serie favorita en alguna plataforma, tendrás que tragarte un anuncio antes, aunque estés pagando cuota premium.
Y seguro que Convertkit, Wuolah, El Pais, Youtube o la plataforma de turno dicen en sus charlas y documentos internos que ponen al usuario en el centro. La pena es que no les quepa la frase completa, porque lo que quieren decir es que nos tienen en el centro, pero “en el centro de la diana”.
La fiebre por la monetización está llegando a unos extremos que hace incómodo el uso de muchos productos y servicios, y me atrevería a decir que incluso pervierte (y destruye) el espíritu y esencia de internet. Al menos del internet primigenio, el que nació como red de redes, basado en el hipervínculo y la compartición de conocimiento.
Ahora mismo la tortilla se ha dado la vuelta y pocos reductos quedan sin monetizar. De hecho, la norma parece ser monetizar varias veces por el mismo acto. Te cobro suscripción, te meto publicidad y comercio con tus datos.
El 3 en 1 antes era un spray lubricante, ahora simplemente un lubricante para que entre suave.
Y el problema es que tragamos. Será cosa del lubricante, claro.
Porque nos lo ponen incómodo, complicado y desagradable, pero seguimos entrando y consumiendo en esos sitios. Normal que le den otra vuelta más a la tuerca. Y lo seguirán haciendo hasta que rompa, porque están convencidos de que no romperá. A sus ojos somos ranas disfrutando del baño caliente.
El impacto que todo esto tendrá en el medio plazo es absolutamente incierto. Hasta las ciudades están cambiando sus vallas de papel por vallas digitales para poder bombardearnos con 37 anuncios diarios en lugar de sólo con 1. Parece que eso no despista a los conductores.
Vaya valla.
¿Surgirá una nueva corriente humanista, respetuosa y no invasiva como contrapeso a este despropósito? No creo, por la enorme tentación de D. Dinero. La siguiente frontera es que entreguemos nuestros datos a la IA. Al menos es lo que quiere Google que hagamos vía Fitbit. Con nuestros datos de salud y sueño. Y la gente lo hará. Y google venderá más anuncios gracias a tus datos.
Tampoco sé si, una vez más, esta sensación de hartazgo y “explotación” es sólo una sensación mía o habría masa crítica suficiente como para hacer ese cambio. Lo visto estas últimas semanas con Worldcoin y el escaneo de iris – gente haciendo fila para ser escaneada – me deja poco espacio a la esperanza.
De momento, en cuanto los medios han implantado ese nuevo formato de aviso de cookies (o aceptas o pagas), la gente acepta las cookies con más alegría. Porque la alternativa – pagar – es peor, dicen. De que la mayoría de las veces que aceptas cookies acabas en artículos sólo para suscriptores, ni hablamos. Pero tú ya te has tragado la cookie. Y ellos la compartirán con sus 788 socios.
Nos mean en la cara y nos creemos que llueve.
Y la gota cae justo en el centro de la diana.
Y ahí estamos nosotros, mirando al cielo con la boca abierta.
Qué casualidad, oye…
Paz!
L.
De todo lo leído últimamente es, con total seguridad, lo que más me ha gustado leer por lo cierto que es, pero lo que menos me ha gustado por la sensación de estar ya en un callejón sin salida y en un embudo que se estrecha cada vez más.
Lo de la mayor mentira empresarial del siglo XXI que es lo del cliente en el centro ya ni hablamos.
Pues me alegro por la parte de lo que más te ha gustado, y ya lo siento por la otra.
Siempre nos quedará la opción de dejar de entrar a internet.
Si es que eres capaz…
En verdad que es una época muy complicada. Me da la impresión de que esa posible ola de resistencia solo se ve si te mueves en un círculo muy reducido, y que fuera, hay una inmensidad de más de lo mismo, y quizás por que la presión es fuerte, y por eso de que los principios no lo son si no te cuesta algo.
Puede ser que sea algo «de ámbito reducido». Pero sí que podría empezar a haber señales. Quizás ese gusto «retro», con una cierta vuelta al papel, a las revistas impresas, a los vinilos incluso, tenga detrás algo de esto. Una cierta reacción «resistencia» a la digitalización y mercantilización de tantos y tantos aspectos de nuestras vidas.
Aunque sea de a poquito sí que me gusta pensar que el desempolvar el lector rss, apartarse de twitter/instagram, esa vuelta a los blogs y movimientos como la #webSencilla, pueden ser esas señales. 🙂