El flan de la abuela

Por fin, 50 días después, nos han dado permiso para volver a las calles, y nos hemos lanzado en masa. A correr, dar pedales, patinar, caminar rápido o simplemente a dar un paseo más allá del espacio entre la cocina y el cuarto de estar, que ya lo teníamos todos muy visto.

Más allá de las críticas a las formas y al número de ciudadanos que nos hemos tirado a la vez a las calles, lo más recurrente han sido los comentarios celebrando recuperar las sensaciones de algo tan sencillo como volver a pisar la calle. Con mascarillas, guantes – algunos -, e intentando respetar con más o menos éxito las distancias, pero en la calle.

Porque las sensaciones siguen ahí, dormidas, pero a flor de piel, con ganas de salir de esta hibernación forzada por las circunstancias.

Quizás ese sea un filón importante del que muchas marcas podrían tirar ahora. Olvidarse de las masas, de intentar captar clientes nuevos, de hacer promociones incluso, y centrarse en refrescar a sus clientes las sensaciones – relacionadas con su producto/servicio – que están ahí dormidas. Recordárselas, hacérselas vivir, provocar ganas de darle una patada a ese «nueva» que se empeñan en añadir a la normalidad y desear simplemente retomar juntos la normalidad.

Obviamente, si fabricas tornillos rosca-chapa o rodamientos va a ser complicado, pero hostelería, turismo, viajes, restauración, equipamiento deportivo, belleza y otros muchos sectores lo tienen ahí, a mano. Se trata de mirar lo que hacen con ojos de cliente, no de proveedor, y entender qué es lo que les aportan a sus usuarios, qué beneficio obtienen, qué sensaciones les generan, mucho más allá del propio producto, que ya lo conocen. Es momento de refrescar el archivo fotográfico, hacer un «greatest hits» y lanzarlo (etiquetando a sus protagonistas, obviamente) para provocar la conversación y el sentimiento colectivo.

Potenciemos la comunicación emocional, y ya se encargará la parte racional de justificar la necesidad de convertir esos deseos en realidad. La memoria es MUY poderosa y si tocamos la fibra podemos transportar a nuestros clientes donde queramos.

Ayer mi mujer hizo flan. Con la receta de su abuela, como pequeño homenaje a su madre, porque ayer era el Día de la Madre, y a su abuela, porque ayer habría sido su 95 cumpleaños. Era la primera vez que lo hacía, pero le salió tan bueno (es el de la foto que ilustra el post) que fue como si estuviera sentada a la mesa comiendo con nosotros, diciéndome «ponte un trozo más, Lucas, que casi no has comido«, como siempre me decía. Y yo repetí, obviamente.

Dos veces. Como siempre hacía.

Ahora te toca a ti hacerles sentir eso mismo a tus clientes. Porque siguen ahí, con ganas de volver a comer flan.

Paz!

L.

PD.- Por cierto, en los mails de QueridaMarca.com ya somos 400 en copia oculta (O_O) y, a juzgar por lo que me contáis, también parece que os hace «sentir cosas«. Si no sabes de qué te estoy hablando, #QueridaMarca es una serie de emails muy cortitos, sin periodicidad marcada (habrá semanas de 4 y semanas de 1), que me intercambio con una marca imaginaria, en los que le comparto consejos, recursos y reflexiones para ser relevante y destacar en el caos digital/social actual. Si te parece interesante, te puedo poner también a ti en copia oculta. Es tan sencillo como suscribirte entrando en este enlace.

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Lucas

Mi nombre es Lucas. Generación del 71. Soy Harlysta, esquiador y eMTBiker. Trabajando en el mundo del Marketing y la Comunicación desde 1994. Por cuenta propia desde 2006, ayudando a las marcas a (re)conectar con sus clientes. Y eso suele incluir repensar mensajes, beneficios, textos, estrategia de marca, canales, audiencias y formas de contarlo. Con un gran peso de todo lo digital, como es natural en estos tiempos.

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