El #omnichannel sólo existe en tu lado del espejo.

Me temo que este año mucho vamos a oír hablar de omnichannel. Y será otra de esas palabras molonas que generarán charlas, expertos y descargables. Pero nada de eso valdrá para nada si no comprendemos que lo importante son los usuarios, no lo sistemas, y que ya vamos tarde. Porque la referencia con la que nos miden nuestros usuarios es la relación que tienen con sus amigos. Y esta ocurre on-line y off-line, y en tantos medios y canales como es necesario. Y en esa comparativa, casi siempre vamos a perder…

¿Y si el low cost fuera el precio de partida?

Quizás quien oferta algo low-cost está tirando los precios y sea algo a evitar, pero también cabe la posibilidad de que lo que esté haciendo sea «aligerar» la oferta de características y prestaciones innecesarias, ofreciendo algo mucho más ajustado a los gustos y deseos de un grupo de consumidores, consiguiendo con eso no sólo abaratar su propuesta, sino también estar mucho más cerca de los clientes, algo que no tiene precio…

El flautista ya no es la marca

Las marcas siguen queriendo ser el flautista de Hamelín. El que hace sonar la flauta y consigue que todos los clientes salgan de sus escondites y les sigan, hipnotizados, hasta el punto de venta, donde la reunión se convierta en un frenesí de compras por impulso. Pero el cuento ha cambiado mucho en los últimos tiempos, y si bien sigue existiendo la figura del flautista, resulta que ahora quien sopla esa flauta ya no es necesariamente la marca, sino que cualquiera de nosotros puede hacerlo. De hecho, cuando quien sopla es «alguien como yo», alguien con quien nos podemos identificar y que no forma parte de la marca, esa música suena mejor a nuestros oídos…